Esto de destapar el trincamiento institucional debe ser una especie de moda que debe consolarnos por la que está y seguirá cayendo.
Que caigan las monarquías, la nobleza 'alcaldística' y los validos con puesto en las cumbres, todos trincan y aquí no se salva ni el tato.
Todo muy revolución francesa a lo light, sin sus guillotinas, ni sus cabezas rodando por doquier. Con un pueblo enrabietado y clamando: "ladrones" pero sin rastrillos, palos ni antorchas en las manos... Vamos que una mariconada de revolución.
Y la Libertad de Delacroix por las calles buscando a quien guiar pero la peña pegá a la tele con las manos en la cabeza y ¡cuanta corrupción! o directamente frente al Sálvame, pa olvidar...
Atrás quedaron los tiempos de las hipotecas porque yo lo valgo, las ampliaciones de hipoteca porque yo lo valgo, más y el 'yo tiro de tarjeta'. Tiempos en los que si sabíamos de algún trincador ministerial, lo máximo que hacíamos era levantar la ceja y pensar 'Hay que ver'...
Creo que si se hiciera un estudio sociológico, psicológico o algo que acabe en lógico sobre la indignación popular por el trincamiento institucional del tutiplén quizás descubriríamos que lo que nos jode es que sean los demás los que trincan, a nosotros no nos dejan más opción que ser honrados contribuyentes pero ya quisiéramos... Porque amos a ver ¿qué separa a la alcaldesa que sueña con Julito, al yerno real, al de los trajes, al de la cocaína, al de las orgías, al del palacio musical, a los marbellíes y a tantos y tantos etcéteras que cada día se descubren del resto de los mortales? La ocasión y la posibilidad...