El alcance de la islamización y de la resistencia a esa islamización, va mucho más allá de cualquier debate ideológico trivial, a mi juicio.
Están en juego derechos fundamentales, por eso procede una resistencia tenaz. Afortunadamente, medios como Intereconomía, cuentan lo que otros callan. Y me refiero obviamente a un episodio como éste:
1. Un discotequero, (que maldita sea la falta que hacen las discotecas, pero al que le guste, que vaya) había puesto a la discoteca como nombre “La Meca”. Un nombre que sugiere respeto al Islam o ciertas simpatías con el Islam, aunque también se llama La Meca a Hollywood.
2. Sin embargo, la masa, la población musulmana, se ha enfurecido notablemente con este discotequero, hasta el punto de señalarlo como objetivo terrorista, si no cambiaba el nombre, cosa que ha hecho.
Pero a lo que voy es a que el Islam está social, política y religiosamente asociado al totalitarismo, a la coacción criminal. Y que ante esto, los políticos europeos y norteamericanos se han puesto de parte de esta lacra totalitaria y retrógrada, en vez de ponerse de parte de la población que padece esta amenaza para sus libertades que representa este avance totalitario musulmán, que al igual que el comunismo, el nacionalismo y el fascismo, pretende utilizar la democracia para destruirla desde dentro.
Pero el problema no son ellos, que también. El principal problema es que políticos pretendidamente liberales, se han puesto de parte de estas lacras totalitarias y eso es lo que no es de recibo. Es exigible un cambio en nuestros políticos y para esto es para lo que sirven los actos aparatosos de protesta, sin los cuales el totalitarismo avanzará inexorablemente. Y esto es lo que hay que evitar y por eso, apoyo todos los actos aparatosos de protesta. Y cuantos más, mejor.