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Autor Tema: Albert Rivera es el nuevo Felipe VI  (Leído 706 veces)

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Desconectado SRodríguez

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Albert Rivera es el nuevo Felipe VI
« en: 17 de Marzo de 2015, 13:00:12 pm »
Albert Rivera es el nuevo Felipe VI

*Albert Rivera es la némesis de Pablo Iglesias, la kriptonita que puede desactivarlo, el sucesor que ha elegido el régimen para hacer la nueva Transición sin los sobresaltos de Podemos: es el nuevo Adolfo Suárez.
*Si Podemos se modera para intentar ganarle el centro a Ciudadanos, saldrá perdiendo porque su baza no es tanto la centralidad como la transversalidad.

Albert Rivera es el nuevo Felipe VI. Como la monarquía encontró en el nuevo rey el antídoto contra el debate republicano y contra el hundimiento de la Corona en las encuestas, ahora las cúpulas del sistema han encontrado en el líder de Ciudadanos al sucesor que aparenta la modernidad y encarna la regeneración que pide el pueblo pero sin los sobresaltos y temores que despierta Podemos. Nada de rupturas y sustos chavistas. Necesitaban a una némesis de Pablo Iglesias que parezca un renovador como él y anule el crecimiento de su partido. Alguien en quien las élites puedan confiar y no haga desconfiar a la clase media. Ese es Rivera, eso es Ciudadanos.

Ese sucesor no podía salir del gastado bipartidismo y los que mandan en este país (que no son los que elegimos en las urnas) encontraron fuera al rostro amable que le robe a Podemos parte del voto de la indignación y el descontento. Al sistema no le importa que caiga el bipartidismo si quien lo sustituye es uno de los suyos y Rivera lo es. Es un joven capitalista español, españolista en Cataluña, lo que da puntos en el resto de España. No cuestiona el modelo económico ni la unidad del Estado. Al contrario, es anti soberanista y propone el contrato único y la exclusión de los inmigrantes ilegales de la Sanidad pública. El sistema ni se crea ni se destruye, solo transforma su cara para seguir existiendo. En Ciudadanos ha encontrado la cara moderna pero moderada de la regeneración continuista.

¡El 78 está muerto, viva el nuevo rey, Albert Rivera, El Preparado! Preparado por el viejo régimen para hacer una segunda Transición tranquila o evitar la traumática ruptura. Como hicieron con Felipe VI, las élites financieras y mediáticas (que son lo mismo) le han montado una cobertura para auparle en las encuestas, como así está siendo. El Mundo y el siempre influyente Pedro Jota están a muerte con él, El País le hace ojitos y las televisiones le tiran los tejos. Podemos sale en la tele porque da audiencia aunque no gusta a los dueños de los medios, Ciudadanos empieza a dar audiencia cuando los dueños empiezan a apoyarlo. Ambos suben por el acierto de sus diagnósticos y respuestas al desencanto, la diferencia es que los primeros son impulsados desde abajo, los segundos desde arriba. Además Rivera viste bien, es bien parecido y habla con soltura, lo tiene todo para triunfar en estos tiempos teledirigidos.

Da la misma imagen de cambio serio y sereno que transmite Felipe VI. El antiguo rey eligió a Adolfo Suárez por eso. Rivera es el nuevo Suárez y Ciudadanos el nuevo CDS. Está ocupando la centralidad, que es la clave para ganar en este país, y está obligando a Podemos a moderar su discurso más de lo que ya lo ha hecho. Ayer mismo, su secretario de Organización negó que fueran a abrir el debate entre monarquía y república porque “no es una preocupación de los ciudadanos”. Ahí queda eso. Estos giros copernicanos no dan votos nuevos y pueden hacer perder los viejos. En mi opinión la baza de Podemos no es parecer un partido de centro sino un partido transversal y abierto.

Tiene que centrarse no tanto en el centro del tablero como en la claridad de sus propuestas y objetivos. Si no lo hace, Rivera puede ser la kriptonita de Iglesias. Mientras este se pierde en la indefinición, el otro ha tomado la iniciativa y contra él no vale el discurso de la casta, la corrupción y la vieja política porque Ciudadanos parece nuevo (aunque no lo es) y limpio (aunque ha recontratado como asesor a un imputado propio al que tuvo que echar de su escaño). De momento, la estrategia Rivera le está dando sus frutos al régimen. No solo ha detenido el ascenso de Podemos sino que le empuja a bajar su perfil. Así tenemos un nuevo bipartidismo lampedusiano y sin extremos, muy del gusto del sistema. En ese escenario, Pablo Iglesias sale perdiendo porque se desdibuja frente a un Albert Rivera que se siente en su terreno. Podemos no debe intentar parecerse a Ciudadanos sino parecerse más a Podemos.

JAVIER GALLEGO


Desconectado cucoi

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Re:Albert Rivera es el nuevo Felipe VI
« Respuesta #1 en: 17 de Marzo de 2015, 13:06:09 pm »
Claro, le comparan con Adolfo Suárez y Felipe VI como si fuera malo. Lo malo es ser el nuevo Chávez, como Pablo iglesias

Desconectado federicomartin

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Re:Albert Rivera es el nuevo Felipe VI
« Respuesta #2 en: 17 de Marzo de 2015, 19:27:42 pm »
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Hugo Chávez, el referente "democrático" de Pablo Iglesias

Este diario publicaba hace poco la estrecha relación del portavoz de Podemos, Íñigo Errejón, con el régimen venezolano. Errejón, doctor e investigador de Ciencia Política en la Universidad Complutense de Madrid y también militante de Izquierda Anticapitalista, colabora con una organización muy próxima al régimen de Nicolás Maduro en Venezuela: la fundación del laboratorio de sondeos GIS XXI, dirigido por Jesse Chacón, actual ministro de Energía Eléctrica.

Hoy lunes, con la resaca electoral y el sorprendente ascenso de Podemos consiguiendo cinco escaños en el Parlamento Europeo, internet nos devuelve uno de los vídeos más polémicos del presentador de La Tuerka y tertuliano afincado en los platós de La Sexta. En las imágenes se ve a Pablo Iglesias defendiendo la figura de Hugo Chávez y justificando que el exmandatario venezolano "se convirtió en uno de los principales motores de cambio en América Latina".

Iglesias, que pronunciaba estas palabras en el programa Fort Apache, se preguntaba qué iba a pasar en Venezuela tras la muerte de Chávez y defendía que éste "cabalga como estandarte y referencia de su patria grande. Los mitos, cuando se encarnan en un pueblo, se hacen inmortales".

En otro vídeo también se refiere a la muerte de Chávez diciendo que "los demócratas hemos perdido a uno de los nuestros, Hugo Chávez". Y es que el profesor Pablo Iglesias se ha mostrado en numerosas ocasiones partidario del modelo de la Venezuela de Maduro o del castrismo de Cuba.

La formación liderada por el televisivo Pablo Iglesias ha conseguido casi un 8 por ciento de los sufragios y 1,2 millones de votos, con lo que se sitúa como la cuarta fuerza política más votada de España, sólo por detrás del PP, PSOE e IU. Y todo ello en las primeras elecciones en las que concurría. Todo un récord.


Desconectado federicomartin

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Re:Albert Rivera es el nuevo Felipe VI
« Respuesta #3 en: 17 de Marzo de 2015, 19:29:02 pm »
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El “fascismo cool” de Pablo Iglesias

La pedagogía en política es una carrera a largo plazo, muy costosa y con escaso rendimiento electoral. Es por ello que encontrar lugares comunes y discursos integradores es una solución mucho más efectiva para alcanzar el poder en una situación de emergencia. Existen cuestiones, problemas o situaciones con los que todos están de acuerdo sin importar la ideología que profesen o crean tener. Y si no todos, una mayoría que otorga gobiernos. La lucha contra la corrupción, una sanidad de calidad y, en estos días, incluso la antipolítica, son cuestiones que trascienden el eje ideológico izquierda-derecha y que hacen posible encontrar acuerdos con amplias mayorías. Pablo Iglesias y su equipo son conscientes de que envolviéndose en la bandera de la izquierda no se alcanza una mayoría suficiente para gobernar en apenas dos años. Para ello, para crear hegemonía, es necesario difuminar ese eje, en el que los promotores de Podemos personalmente se posicionan muy a la izquierda. Se trata de un discurso maquiavélico no exento de trampas, que Iglesias ya criticó cuando hacía política en las aulas, y puede servirle para alcanzar su fin, aunque el camino al hacerlo no sea el más honesto.

Pablo Iglesias, en una entrevista en La Opinión de A Coruña, respondía en 2013 a una pregunta sobre el devenir del país. Acertaba en definir lo que ocurría en los tiempos de crisis y cómo las formaciones que trascendían el eje izquierda-derecha en una situación de emergencia como la actual tenían muchas posibilidades. “La emergencia de UPyD es un ejemplo. UPyD tiene muchos elementos de fascismo cool, con eso de ‘no somos ni izquierdas ni de derechas, somos españoles’. Es un discurso de momento de crisis donde hay muchas posibilidades”.

Ese discurso del “fascismo cool” de UPyD ya había sido ensalzado por el líder de Podemos en otras ocasiones. En una conferencia en la Universidad de Zaragoza, al ser preguntado por un alumno sobre la formación magenta, no dudó en alabar su estrategia electoral, su valor como partido y la importancia de su discurso diferenciador del eje tradicional “UPyD solamente utiliza significantes ganadores, izquierda-derecha no, eso te divide. Si tú pones la palabra izquierda a tu partido, alguien a cuyo abuelo han matado los republicanos no te votará”.

Porque Pablo Iglesias siempre tuvo claro que el discurso de UPyD, con matices de cosecha propia, era el ganador. En un libro editado por Icaria en el que Pablo Iglesias hablaba con Nega, el cantante de Los Chikos del Maíz queda patente. En la conversación que mantienen aparece el manejo de la comunicación política que hace UPyD. El texto es muy ilustrativo. En él ambos explican que lo único que se puede hacer en una situación como la actual es un programa de mínimos al estilo de Syriza y que para lograrlo hay que movilizar a los que nunca votan y a los movimientos sociales, así como robarle espacio a los partidos tradicionales porque asumen que las siglas como las de IU tienen un techo cuantificable que jamás alcanzaría una mayoría suficiente.

Pablo Iglesias argumenta que esa mayoría no se consigue con una confluencia de siglas, sino con la construcción de un relato, de un discurso, con significantes: “Hay discursos que en este momento te pueden hacer ser mayoría”. Es en este punto donde entra el uso del discurso y el manejo de la comunicación política que hace UPyD. Para Iglesias, la formación de Rosa Díez es la única que ha entendido las claves del discurso, cuyo relato es la negación del eje clásico ideológico. UPyD dedica su manifiesto fundacional precisamente a alejarse de las ideas tradicionales de la izquierda y la derecha: “Ser considerados de izquierdas o derechas no nos parece el centro del problema, aunque nos apiadamos cordialmente de quien carece de mejores argumentos para descalificar al adversario”.

La negación del eje izquierda-derecha como la base sobre la que plantear la solución de los problemas es un discurso que está muy lejos de ser nuevo. Sus antecedentes históricos demuestran que es una estrategia muy manida que ha tenido éxito y fracasos a partes iguales. Históricamente ha recibido el nombre de Tercera Posición y tiene más similitudes con el posicionamiento programático de UPyD que con el de Podemos, que sólo mantiene una leve semejanza con él en la estructura de su discurso.

Antecedentes históricos del discurso

La tercera posición es una doctrina política que busca marcar distancias con el comunismo y el capitalismo. Apareció en la primera mitad del siglo XX como una doctrina que se declara al margen del espectro político, con marcadas ideologías nacionalistas y populistas. El tercerposicionismo históricamente ha estado relacionado con el fascismo italiano, la Falange de Primo de Rivera y el peronismo, así como otras posiciones más minoritarias como la Guardia de Hierro rumana.

El 29 de octubre de 1933, en el Teatro de la Comedia, José Antonio Primo de Rivera realizó el discurso fundacional de Falange, que definió del siguiente modo:

“El movimiento de hoy, que no es de partido, sino que es un movimiento, casi podríamos decir un antipartido, sépase desde ahora, no es de derechas ni de izquierdas… Sepan todos los que nos escuchan de buena fe que estas consideraciones espirituales caben todas en nuestro movimiento; pero que nuestro movimiento por nada atará sus destinos al interés de grupo o al interés de clase que anida bajo la división superficial de derechas e izquierdas.“

No sólo la tercera posición ha renegado del eje izquierda-derecha a la hora de plantearse las bases de su relato y su discurso. Esta manera de estructurar el lenguaje se ha presentado siempre en alternativas de tercera vía a dos realidades preexistentes que siempre han recibido el nombre de derecha e izquierda. Es un modo de distanciarse de unas estructuras políticas que la ciudadanía advierte como un problema. En esos casos, se elimina la opción de hacer pedagogía para, mediante la propaganda, lograr una alternativa de poder de emergencia.

Ese rechazo a la autodenominación ideológica y la negación del esquema clásico se dio también en aquellos que algunos presentan, con poco acierto, como referentes de la formación de Pablo Iglesias. En una entrevista hecha en 1998 por Jaime Baylis a Hugo Chávez, el periodista le preguntó directamente si era de izquierdas, si se definía ideológicamente socialista. Esta fue la respuesta de Hugo Chávez:

“Yo no soy socialista, la América de hoy, la América que viene, requiere un salto adelante, vamos más allá del socialismo e incluso más allá del capitalismo salvaje como lo llama el Papa Juan Pablo II. Yo creo en un proyecto humanista, un proyecto incluso integral”. No fue la única vez que Hugo Chávez quiso diferenciarse de las definiciones ortodoxas ideológicas, y fue célebre una frase suya realizada en una entrevista en televisión el mismo día que salió electo: “Propongo una tercera vía, un modelo capitalista pero con rostro humano”.

Los prejuicios sobre los que se ha realizado a lo largo de la historia este discurso diferenciador del status quo han alcanzado hasta los que todos consideran situados en uno u otro extremo del espectro ideológico. Ya hemos hablado de Falange y La Guardia de Hierro como ejemplos paradigmáticos en la extrema derecha. Pero incluso Fidel Castro no escapó a este discurso integrador. Así, en en la Plaza Cívica, el 8 de mayo de 1959, negó que el movimiento revolucionario que él encabezaba fuera de izquierdas, ni de derechas, ni de centro.

“Nosotros no nos vamos a poner a la derecha, ni nos vamos a poner a la izquierda, ni nos vamos a poner en el centro, que nuestra Revolución no es centrista. Nosotros nos vamos a poner un poco más adelante que la derecha y que la izquierda. Ni a la derecha ni a la izquierda: ¡Un paso más allá de la derecha y de la izquierda!. ¿O es que acaso tengan los hombres que nacer maniatados a ideas determinadas?”

Izquierda y derecha en Pablo Iglesias

En el discurso de Podemos y Pablo Iglesias, plantear el problema desde un prisma diferente a la izquierda y la derecha se considera vital para alcanzar la mayoría y poder gobernar. No se trata de ocultar que Pablo Iglesias es de izquierdas, se trata de establecer un discurso que elimine los referentes que se asocian con la izquierda para alcanzar a una mayoría que de otro modo jamás conseguiría. El discurso y la estrategia de Podemos se basa en plantear el problema en términos de oligarquía frente a ciudadanía, democracia frente a dictadura y en atacar los privilegios de unos pocos. Es por ello que el concepto casta es tan importante, sustituye de un plumazo el enemigo que la izquierda tenía, la derecha, que es mucho más difuso y escurridizo. La casta es más identificable, un término más poderoso, un referente que todos entienden. El que te subyuga. Sea quien sea, esté donde esté. El que te hace la vida difícil. Sin necesidad de plantear un discurso ideologizado de clases que pueda ser desmontado con argumentos ya conocidos por siglos de enfrentamiento.

Pablo Iglesias antes definía a UPyD como “fascismo cool” porque no se definían de derechas ni de izquierdas, y por ello él rechaza que en Podemos digan lo mismo: “Yo nunca he dicho que seamos ni de izquierdas ni de derechas. Reto a encontrar una frase donde lo diga. Lo que yo digo es que lo que estamos diciendo no es de derechas ni de izquierdas, y eso es de sentido común”. Justo como Rosa Díez se definía: “de sentido común y progresista”.

Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero tienen claro que plantear su estrategia electoral en términos de izquierda y derecha es perder el centro del tablero, renunciar a gobernar. Consideran el discurso de UPyD ganador y por eso lo reutilizan. Han cogido el relato magenta y lo han modificado como si fuera de licencia copyleft adaptándolo a unas nuevas necesidades. Ellos no niegan ser de izquierdas, pero asumen que estos tiempos no se vencen desde esa trinchera y por ello renuncian a un discurso ideológico que llevan años defendiendo para adaptarlo a la gente.  Según Pablo Iglesias, “plantear la pelea política en ese eje es entregarle la victoria al enemigo. Ellos quieren eso, que nosotros estemos preocupados en colocarnos en un plano ideológico que nos defina por nuestra identidad, quieren que la palabra izquierda esté en nuestro nombre, que en nuestros actos estén todos los símbolos de la izquierda y, si es posible, que suene la Internacional. Pero si somos capaces de construir un lenguaje que emocione, movilice y trabajar con gente de muchos ámbitos y convertir la mayoría social que existe en mayoría política, entonces sí se preocuparán”.

La realidad les está dando la razón, están consiguiendo lo que nadie antes logró desde la pureza ideológica y desde unos posiciones bien explícitas en el eje. Aunque ni siquiera es un discurso que la nueva política y los partidos de la regeneración han traído a nuestro país. Algunos, incluso ni se presentaban a las elecciones. Arturo Fernández, presidente de la CEIM, en una entrevista en marzo de 2010 fue preguntado por su apoyo a Esperanza Aguirre y respondió que “la CEOE y CEIM se han caracterizado por su neutralidad. No somos ni de izquierdas ni de derechas, pero en Madrid tenemos un gobierno que se ocupa mucho de los empresarios y que nos pregunta siempre que se toman decisiones económicas”

Y que no se extrañe nadie: para ganar las elecciones hay que rechazar ideales, ser pragmático y aludir a ese discurso tercerposicionista, de la tercera vía o de negación de tu identidad. Lo hizo hasta Mariano Rajoy, que en el año 2008 cuando aspiraba a gobernar pidió el voto de los socialistas porque “España no es de derechas ni de izquierdas”