Vivimos en un momento de cambio político. Ante la crisis del sistema actual, han surgido con fuerza dos nuevos partidos: Podemos y Ciudadanos. Ambos tienen en común la crítica de nuestra clase política, a la que unos llaman "la Casta" y otros "el Bipartidismo". Ambos se autocalifican de regeneradores de la Democracia y piden a los políticos devolver el poder al pueblo, al que unos llaman "la gente" y otros "la ciudadanía".
No conozco Podemos, por lo que no hablaré de ellos. Pero si conozco Ciudadanos, partido a cuya Agrupación de Madrid he pertenecido durante de los dos últimos años y que he abandonado profundamente decepcionado.
Me afilié al partido atraído por el liderazgo de Albert Rivera, que había plantado valientemente cara al nacionalismo catalán. Cuando Rivera decidió dar el salto a la política nacional, decidí sumarme al proyecto atraído por tres grandes ideas: Gente nueva para hacer una nueva política, talento procedente de la sociedad civil y verdadera democracia interna.
Tras dos años de militancia en el partido tengo que decir que estas tres ideas son mentira. En mi opinión, si algo caracteriza a Ciudadanos es la capacidad para decir una cosa y hacer la contraria.
Ciudadanos no es un partido de gente nueva. Los principales dirigentes de Ciudadanos llevan muchos años en política. En su expansión nacional Ciudadanos ha reclutado a políticos procedentes de todo el espectro ideológico. Nacionalistas andaluces, ecologistas, regionalistas y localistas, sindicalistas del más diverso pelaje, y políticos "rebotados" procedentes del PP, PSOE, IU, UPyD y hasta del antiguo CDS. Una auténtica amalgama ideológica formada por profesionales de la vieja política. No es de extrañar que en este crecimiento atolondrado el partido se haya llenado de personas de dudosa reputación. Como muestra un botón: el número 20 de la lista de ciudadanos al parlamento europeo, el ex alcalde de Serranillos del Valle, fue uno de los detenidos en la Operación Púnica. Y no es el único caso. Basta echar un vistazo a Google para ver que esto es la regla y no la excepción. Ciudadanos ha batido todos los records. Sin haber tocado poder, ya tiene corruptos en sus filas. ¿De verdad se puede regenerar la política española reclutando a lo peor de la vieja política?
Ciudadanos no es un partido de profesionales de la sociedad civil. Un mensaje machaconamente repetido por Albert Rivera es que Ciudadanos no tiene miedo al talento. Tanto Albert Rivera como otros miembros del partido se presentan a su mismos como profesionales que han decidido ser políticos durante una etapa de su vida. Pero Albert Rivera tiene 34 años y lleva en política desde los 25. Y no parece que esté pensando en volver a su puesto de abogado junior en la Caixa. Y no es el único. Tras las próximas elecciones municipales y autonómicas una gran parte de los diputados y concejales de ciudadanos serán desempleados, personas con trabajos precarios o jóvenes con nula o escasa experiencia profesional. Personas que, cuando consigan un acta de diputado autonómico o concejal duplicaráno triplicarán la retribución que tienen actualmente. ¿De verdad pensamos que no van a caer en la tentación de hacer de la política su medio de vida?
En Ciudadanos no existe una verdadera democracia interna. Albert Rivera se jacta de hablar de primarias y de candidatos elegidos por las bases. Pero, muy al contrario, el partido se dirige con mano de hierro. Las agrupaciones locales han sido creadas por el aparato, que ha puesto al frente a coordinadores fieles a la dirección nacional. Coordinadores que recolectan avales disciplinadamente para los candidatos oficialistas. Por no hablar de los procesos electorales internos, en los que el censo es celosamente custodiado por el aparato. En la Agrupación de Madrid el último proceso de renovación de la Junta fue impugnado por manifiestas irregularidades en el censo. El candidato que impugnó las elecciones, Enrique Boto, fue represaliado por ello. Primero fue apartado de los grupos de trabajo a los que pertenecía. Unos meses después fue expulsado del partido. Recibió la comunicación de su expulsión ¡media hora antes de ser convocadas las primarias!¿De verdad podemos pensar que gente que está actuando así en la gestión interna de su partido va a respetar la independencia del Poder Judicial y la Libertad de Prensa?
Comparto el ansia de cambio y renovación de la mayoría de los españoles. Pero creo que el pueblo español no debe dejarse seducir por partidos que no están haciendo otra cosa que gestionar impecablemente su marketing y la imagen de sus líderes. Son partidos que distan mucho de ser tan limpios y puros como dicen ser.
Ciudadanos no es un partido de gente nueva. Es un partido formado por profesionales de la vieja política y por personas que aspiran a hacer de la política su profesión. Sus líderes no son profesionales de la Sociedad Civil que dedican generosamente unos años a la Nación. Son políticos que aspiran a ejercer el poder y a desarrollar una carrera en política, exactamente igual que los políticos del resto de los partidos. La Democracia Interna existente en Ciudadanos es muy limitada. Existe un aparato que controla férreamente el partido. Una vez más en España, se cumple aquello de que el que se mueve no sale en la foto.
No dudo que en Ciudadanos haya personas intencionadas y con espíritu de servicio. También las hay en el PP y en el PSOE. Pero también hay arribistas y personas sin ningún talento especial que aspira exclusivamente a vivir de la política. Al menos en la misma proporción que en el resto de los partidos.
En las próximas elecciones habrá muchas alternativas para elegir. Mi consejo es que sean críticos con todas ellas, examinen sus programas y el perfil profesional de sus candidatos.
Y desconfíen siempre de los que piensan que los corruptos y los arribistas están en todos los partidos menos en el suyo.