Han transcurrido cinco años desde que China decidió aprovechar el momento de debilidad de Occidente, como consecuencia de la crisis financiera, para jugar un papel más enérgico en la política internacional. China es China y su concepto del tiempo no tiene mucho que ver con el ocidental. Ya lo dice uno de sus proverbios: <<No temas ser lento, sino detenerte>>. Por eso China no tenía pensado alterar el tablero internacional hasta el año 2027, fecha para la que considera que habrá alcanzado la paridad estratégica en todos los aspectos (políticos, económicos y militares) con Estados Unidos. Para ello, fue tejiendo una cautelosa red de influencias en todo el mundo -África, Asia, Amércia Latina- a través de lo que los académicos chinos denominan "el consenso de Beijing" y que no es otra cosa que la puesta en práctica de un modelo político y diplomático que prefiere desarrollar el "poder blando" -diplomacia, no injerencia y multipolaridad- en contraposición al modelo tradicional estadounidense y occidental de intervención militar, unipolaridad e interferencia política.
Pero la prepotencia de Estados Unidos ha hecho que China haya acelerado sus pasos hasta llegar a la humillación pública de Estados Unidos con la creación del Fondo Asiático de Inversión en Infraestructuras (BAII), el competidor formal del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional. El sistema diseñado en Bretton Woods en 1945 está agonizando y China es en gran parte responsable de ello. Surge un nuevo mundo en el que el imperio ya no es el imperio y en el que sus instituciones pasan a ocupar un papel secundario en la política internacional.
Puede que alguien piense que estas afirmaciones son algo aventuradas, pero no lo son en absoluto. Estados Unidos ha hecho todo lo posible e imposible porque el BAII no cuajase, desde presionar a los países para que no se sumasen al mismo hasta intentar desacredItarlo argumentando, entre otras cosas, que <<no cumple con los estándares internacionales de trnasparencia, buen gobierno y equidad>> (SIC). Como si el Banco Mundial o el FMI fuesen modelos de todo ello.
Y eso lo dice un país que lleva desde 2010 negándose a cumplir el acuerdo a que se había llegado en el FMI y en el BM de otorgar más poder a las llamadas "economías emergentes". En virtud del mismo, China se convertiría en el tercer mayor contribuyente del FMI, por detrás de Estados Unidos y Japón. Pero eso tendría que ir EN detrimento de alguien, y ese alguien era tanto la Unión Europea como Estados Unidos y Japón. Y Estados Unidos ha impedido cualquier reforma desde entonces porque de hacerlo perdería su mayoría de bloqueo.
China aguardó pacientemente que ese cambio se produjese y ofrecía un argumento de peso: es la primera potencia económica del mundo y tiene el 3,8% de los derechos de voto en el FMI, mientras que países como Holanda cuentan con un 2% o Estados Unidos, la segunda economía mundial, con el 16,8%. Aun así, se conformaba con el tercer lugar.
Pero el tiempo pasa y China ha dicho basta, y lo ha hecho de una forma indiscutible: son 57 los países que han decidido formar parte del BAII y los hay de los cinco continentes. Pero algunos no son países cualquiera, sino aliados estrechos de Estados Unidos hasta ahora como Gran Bretaña, Alemania, Francia, Italia, Arabia Saudí, Israel o Australia por mencionar sólo algunos de ellos. Incluso Japón, reacio en un primer momento y principal contribuyente al hasta ahora hegemónico Banco Asiático de Desarrollo (en el que China sólo tiene el 5,5% de participación, aunque ha buscado un porcentaje mayor y siempre se ha encontrado con el veto de Japón, que tiene el 18,7%), ahora está pensando su participación en el BAII. Pero aunque se incorpore, ya llega tarde.
Es un golpe demoledor a Estados Unidos. Aunque parezca sorprendente, toda la historia del BAII parece haber pillado a Estados Unidos con el pie cambiado. Acostumbrado como está a que nada en el mundo se hacía sin su consentimiento o conocimiento, daba por hecho que su sola oposición iba a desalentar a sus aliados. Pero no. Y cuando comenzó a constatar su fracaso, recurrió a lo de siempre: a las amenazas y "recomendaciones". Es lo que ocurrió al menos a tres países, Gran Bretaña, Singapur y Corea del Sur. Esto es lo que se ha hecho público, aunque seguro que hubo más casos. Pero de esos tres sólo Corea del Sur se achantó, aunque el pasado 11 de abril pidió finalamente el ingreso tras un fortísimo debate entre las fuerzas políticas coreanas y tras haber negado China el ingreso en el BAII a Corea del Norte. A última hora también pidió su ingreso Taiwan, otro aliado tradicional de Estados Unidos, aunque China está estudiando la forma de participación que tendrá.
Como es lógico, el "entusiasmo" de algunos países occidentales no tiene nada que ver con una ruptura con Estados Unidos ni con las instalaciones de Bretton Woods, que tan bien les ha servido y utilizado, sino con la pretensión de lograr grandes contratos y, lo más importante, para seguir reecibiendo dinero chino que ayuda a sostener sus debilitadas economías.
El fracaso de Estados Unidos para evitar que tan alto número de países se sumen al BAII es sonoro y sienta un precedente para que muchos países empiecen a distanciarse, y a resisitir, sus presiones. China tiene casi 4 billones de dólares en sus reservas y un volumen de dinero muy superior a todas las instituciones de Bretton Woods juntas, lo que hace que su nivel de prestación de ayuda a las naciones -sobre en todo en desarrollo de infraestructuras- sea mucho mayor. Por lo tanto, era inevitable que China pusiese en marcha iniciativas como la del BAII, que no será la única puesto que el país del centro, que es lo que significa China,, está decidido a crear su propio eje alternativo en los asuntos financieros mundiales.
En un último intento de poner puertas al campo, Obama, justo antes de ir a la Cumbre de las Américas, "mostró su preocupación" porque China utilice "su tamaño y sus músculo paras intimidar a las naciones" porque, además del BAII, China ha firmado en abril un acuerdo con Pakistán para suministrarle material militar; con Irán y Pakistán para construir un oleoducto que lleva parado desde 2012 por presiones de Estados Unidos sobre Pakistán -y esta es la primera consecuencia del acuerdo preliminar sobre el programa nuclear de Irán y la disposición manifiesta de China de comerciar a todos los niveles con este país islámico- y porque China ha sido el único país que ha enviado buques de guerra al puesto de Adén (Yemen) para evacuar a sus ciudadanos pese a las amenazas por Arabia Saudí para que ningún buque recalase en la ciudad controlada por las milicias huzíes dado que podría ser objeto de sus ataques aéreos. Lo curioso del caso es que Obama lo ha dicho sin sonrojo alguno. Como dice un refrán: <<piensa el ladrón que todos son de su condición>>. Como Estados Unidos lo hace, ahora que el imperio ya no es imperio, o es mucho menos imperio, se permite el lujo de dar lecciones de moral. Si alquien quiere hacer un estudio de la hipocresía, aquí tiene un ejemplo perfecto.