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LoginAda Colau será aupada en breve a la Alcaldía de Barcelona habiendo renegado ya del proceso soberanista, después de fijar sus prioridades en objetivos sociales –planes de ‘rescate’ ciudadano, freno a los desahucios, programas de empleo…– más que en las banderas. Es una senda parecida a la que está siguiendo Pablo Iglesias cada vez que se siente en el compromiso de hablar del soberanismo que lideran Artur Mas y Oriol Junqueras y opta por la indefinición. En la Generalitat y en CiU se alberga el temor, por otra parte fundado, de que la filial de Podemos en Cataluña concurra con otra marca a las elecciones del próximo 27 de septiembre y con una docena de escaños en el nuevo Parlamento se convierta en árbitro de la pulsión independentista que Mas viene gestionando, a su manera, desde las autonómicas de 2012.
Desde estos comicios, en el Parlamento catalán se sientan 50 diputados de CiU, 21 de ERC, 20 del PSC, 19 del PP, 13 de Iniciativa, 9 de Ciudadanos y 3 de la Candidatura de Unidad Popular (CUP). Hace tres años, Podemos era una marca desconocida en Cataluña y en las elecciones del 27 de septiembre, si llegan finalmente a celebrarse, podría irrumpir con hasta 13 parlamentarios autonómicos, influyendo mucho más de lo que el PP, los socialistas catalanes e, incluso, Ciudadanos, lo han hecho hasta ahora, en contra de los planes de Artur Mas para conseguir la independencia. A esta conclusión ha llegado CiU en sus análisis después de cruzar encuestas propias con los resultados del pasado 24 de mayo en los ayuntamientos de esta comunidad.
La mayoría absoluta en el Parlamento autonómico se sitúa en el listón de los 68 escaños y con los representantes que lograría Podemos y la crecida de Ciudadanos, es altamente probable que la suma de CiU y Esquerra no alcance este objetivo, según teme la coalición nacionalista, a la vista de encuestas propias y de otras que ha elaborado la Generalitat, en las que se refleja el riesgo que corre Mas de ver reducida a la mitad su representación actual en la Cámara autonómica.
En la Generalitat se trabaja con la hipótesis de que para conseguir esta docena larga de escaños, Pablo Iglesias intentará comparecer en las elecciones de septiembre bajo otra marca diferente a Podemos, más plural, que le sirva de gancho para obtener un éxito parecido al que ha cosechado Ada Colau bajo la candidatura de Barcelona en Común. De hecho, Podem ha iniciado esta carrera con candidatos desconocidos. La jubilación de Xavier Trias como alcalde de la ciudad se debe a que ha conseguido solo el 22% de los votos, frente al 25% de Colau, una exactivista de la plataforma antidesahucios que ha hecho buenas migas con la próxima alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, y que concurrió a las locales del pasado 24 de mayo junto a Podemos, Iniciativa y Esquerra Unida.
La estrategia de Pablo Iglesias en Cataluña es clara y consistirá en no jalear el independentismo pero, al mismo tiempo, no protagonizar ningún choque frontal contra él. Lo mismo que está haciendo Colau. Ello explica, se razona en CiU, la ambigüedad que Iglesias y su filial en Cataluña vienen manteniendo en los últimos meses, apostando por el llamado derecho a decidir, igual que hizo el PSC hasta hace un año, pero sin abrazar la independencia. Su objetivo es sintonizar con las capas de la población catalana que más han sufrido la crisis y se han visto orillada por el Gobierno de Mas al tomar éste como prioridad el debate identitario. Y para hacerlo, Podemos va a intentar introducir el debate entre izquierda y derecha, el de los servicios públicos y el gasto social, dejando a un lado el de las identidades, estrategia que puede contribuir a dar por amortizado el programa soberanista y, de paso, hundir más a los socialistas.
De hecho, el empuje de Podemos y sus organizaciones afines en Cataluña también puede ser un serio problema para el PSC, una formación que se mantuvo el pasado 24 de mayo como segunda fuerza en número de votos, pero que en Barcelona pasó a la quinta posición. Ni ella, ni el PP, orillado como sexto partido en las recientes elecciones locales, tendrán tanta influencia como la organización de Pablo Iglesias para marcar el rumbo al proceso soberanista y contribuir a su posible pinchazo, se concluye en CiU.
Con este panorama a la vista, dentro de CiU están aumentando las presiones sobre Artur Mas para que escoja cualquier pretexto que le ayude a renunciar a su compromiso de convocar elecciones el 27 de septiembre. En las filas nacionalistas se opina que el último cartucho puede dispararlo en esta dirección si de los pactos municipales que ERC está negociando en Cataluña se deduce que Oriol Junqueras ha actuado de forma desleal, una vez se constituyan a partir del próximo día 13 los nuevos gobiernos municipales.