Paradojas de la vida, oye.
La periodista que puso la zancadilla al refugiado ha hecho más por estos que ninguna asociación, partido o gobierno. Porque no hay nada que una más -a parte del súper glue 3- que el odio focalizado hacia una persona, animal, cosa o idea. Gracias a esas imágenes el buenísmo más terco se contagió con más virulencia como una pandemia por toda Europa; otros lo llaman solidaridad.
Pues bien, gracias a esa periodista, no sólo se ha extendido ese sentimiento sino que el hombre al que zancadilleó, viene de camino a España, con trabajo y casa.
Retiro los malos pensamientos que tuve hacia ella en el pasado, es una heroína.