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LoginEl Ayuntamiento de Madrid ha puesto en marcha dispositivos especiales para la limpieza en las calles y la recogida de residuos domésticos de cara a la fiesta de Reyes. Su intención es que las calles queden limpias después de la Cabalgata y que no se acumulen cajas y envoltorios de los regalos. Sin embargo, este operativo puntual que se activará mañana y que cuenta con 137 operarios de limpieza viaria y del Servicio de Limpieza Urgente (Selur) y 37 medios mecánicos que trabajarán en las calzadas principales, no será suficiente para acabar con la suciedad acumulada durante meses y que desluce la imagen de la capital.
Basta darse un paseo por los barrios de lo ancho y largo de Madrid para comprobar cómo la hojarasca, los chicles y las colillas se acumulan en la vía pública día tras día, pese al afán de los empleados de limpieza municipales, que están desbordados. Hay zonas menos afortunadas, como Ciudad Lineal, por donde los barrenderos llevan casi una semana sin pasar.
La reducción de personal, según destaca CSIF en un comunicado, se ha traducido en un «menor cuidado» del arbolado de la capital, «lo que ha tenido trágicas consecuencias: el desprendimiento de ramas causó la muerte de dos personas y numerosos desperfectos en coches y mobiliario urbano». Su responsable de jardinería, Salvador Belén, explica que en 2012 cada trabajador de zonas verdes tocaba a 1.000 árboles. Esta ratio se llegó a triplicar, hasta llegar a los 3.000 árboles por operario.
Frente a la sede del Partido Popular, en la calle de Génova (Chamberí), Julián, un empleado de limpieza con 25 años de experiencia, barre sin cesar las hojas de la calzada. Trabaja a destajo para abarcar el área de Recoletos, Marqués de la Ensenada, Plaza de la Villa de París y Las Salesas. «Cada vez nos piden que cubramos más zonas. Cuando empecé en este trabajo siempre íbamos en pareja. Ahora cubrimos solos toda la zona», explica. «También es cuestión del ciudadano, que sea más responsable, aunque es cierto que ayudaría mucho a mejorar esto si hubiera más personal en las calles», considera.
Plan «insuficiente»
Pese a que desde hace unas semanas el Ayuntamiento ha establecido una campaña especial para la recogida de la hoja, para muchos vecinos, sobre todo en la zona centro, estas medidas llegan demasiado tarde o son «insuficientes». «Todo está hecho una guarrería. Lo de las hojas es una vergüenza absoluta. Eso sí que no lo había visto nunca tan mal. Los equipos de limpieza de la ciudad están bajo mínimos», comenta Ignacio Alarcia, mientras pasea su perro por la plaza de Las Salesas. «Es verdad que Madrid nunca ha destacado por su limpieza, pero ahora está peor que nunca. Creo que hay que invertir más en limpieza. Es un tema importante», recalca este jubilado burgalés, que lleva más de tres décadas viviendo en la zona.
Según un comunicado emitido ayer por el Consistorio, en el caso de que se necesiten más trabajadores o medios mecánicos, el Ayuntamiento los pondrá. Además, se han colocado 300 recipientes suplementarios de las diferentes fracciones de residuos (resto, envases, papel-cartón y vidrio) ante la mayor cantidad de basura que se genera en estos días en las casas.
Y, por último, el refuerzo en la recogida de residuos se intensificará durante la mañana del día 7 de enero y la siguiente madrugada. Pero lo que realmente preocupa a los madrileños es la sensación de continua dejadez que proyecta la capital.
Un ejemplo de ello se puede encontrar en la calle del Espíritu Santo (Centro), donde se acumulan los vasos de plástico con alcohol del día anterior. «Este es un barrio muy transitado, la gente pasa por aquí sin tener ninguna delicadeza porque, como no viven aquí, no se preocupan», dice Roma Collazo, una vecina del barrio de Malasaña.
Por la misma vía, Eva Álvarez pasea con sus tres hijos y su perro Manolo. Con el pie aparta unas latas de cerveza tiradas en el alcorque de un árbol. «Cada uno debería responsabilizarse de la basura que genera. Quizá habría que invertir más en educación», considera.
Con una estampa similar se ha topado este año Christian Bugantes, turista de Dinamarca, que lleva seis años consecutivos viniendo a España para visitar a su hermana. «Creo que antes estaba más limpia que ahora. Hay muchísimas hojas, cartón, papel...», subraya. «En España, igual que ocurre en los países latinoamericanos, son un poco más sucios en general», critica.
Preguntado por la situación de la limpieza en las calles de su país, responde con rotundidad: «En Dinamarca está todo mucho más limpio. En mi ciudad, Copenhague, todo el mundo contribuye a mantener limpias las calles: un día al año los niños de cada colegio se turnan para limpiar su barrio».
Sin embargo, Rosmary García, una empleada de una empresa privada de limpieza en domicilios y oficinas, que se emplea a fondo con la fregona para eliminar las manchas y residuos pegajosos adheridos en la acera de un portal del barrio de Chueca no cree que por este extremo pase la solución: «Hay manchas que no se quitan ni con lejía. Llevo ocho años en España y es verdad que últimamente Madrid está más sucio que nunca», critica sin dejar de frotar. «Si fuera alcaldesa, creo que lo primero que haría sería poner un refuerzo los fines de semana, sobre todo, en barrios como este, que se llenan de gente de fiesta por la noche. Este es un tema que empieza a preocupar a la gente», concluye.
