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LoginJan Böhmermann, el famoso humorista y enfant terrible de la televisión alemana, será juzgado por un poema que él mismo denominó “injurioso” contra el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan. Tras una semana en la que ha sopesado los pros y los contras, la canciller Angela Merkel ha dado el visto bueno a la petición turca, un paso imprescindible para iniciar el proceso penal. El sí alemán a Erdogan desata una tormenta política en torno a Merkel, que en los últimos días ha recibido acusaciones de ceder en un principio fundamental como la libertad de expresión para asegurarse la amistad de un Gobierno del que depende para contener el flujo de refugiados.
Merkel se ha esforzado por presentar una solución salomónica. El Gobierno alemán permitirá que la Justicia alemana investigue si Böhmermann cometió un delito al leer en antena un poema en el que llamaba a Erdogan “follacabras”, pero al mismo tiempo ha anunciado que reformará el Código Penal para eliminar el artículo por el que se juzgará al presentador. Se trata de un texto del siglo XIX usado en muy raras ocasiones -la última, por el sha de Persia en los años sesenta- y que castiga con hasta cinco años de cárcel a aquellos que ofendan a “órganos y representantes de Estados extranjeros”.
“En un Estado de derecho no es el Gobierno, sino los fiscales y los jueces los que deben calibrar los derechos de las personas en relación con la libertad de expresión”, se justificó la canciller, que quiere dejar a la Justicia la última palabra en este asunto. Pero la defensa que enarboló de la libertad de prensa como principio irrenunciable de la democracia no evitará un aumento de las críticas que le han llovido esta semana. Antes de que llegara la petición turca para abrir un proceso, Merkel ya había hecho saber que consideraba el poema "voluntariamente ofensivo". Fue esta una declaración totalmente inusual por parte de la jefa de Gobierno, que en su intento por calmar la furia de Ankara parecía actuar como crítica de televisión. La impresión de que Erdogan está decidido a mostrar su poder en la UE -con la que ha firmado un pacto para superar la crisis migratoria- se ha hecho patente estos días.
Böhmermann ha recibido en los últimos días apoyos de la oposición y de destacados artistas y periodistas. Pero los daños para Merkel van más allá. El anuncio del viernes abre un boquete con sus socios de Gobierno del Partido Socialdemócrata (SPD). "El artículo que protege a jefes de Estado no es propio de tiempos democráticos. Consideramos que la decisión es un error", ha respondido el líder parlamentario del SPD, Thomas Oppermann. Los ministros de Justicia y Asuntos Exteriores, ambos socialdemócratas, han anunciado que votaron en contra de la petición turca. Pero prevaleció la opinión de Merkel.
La canciller se enfrenta también a la opinión pública, que percibe una excesiva complacencia ante un régimen crecientemente autoritario como el de Ankara. El presentador del canal público ZDF, apoyado por una mayoría de alemanes según las encuestas, ideó su diatriba contra Erdogan como respuesta a una polémica anterior. Las autoridades turcas habían protestado por una canción satírica sobre Erdogan emitida en la televisión alemana. Böhmermann quiso entonces mostrar los límites de la ley y de la libertad de expresión. Y advirtió de que estaba a punto de leer algo ilegal. Era el poema por el que tendrá que ir a los tribunales y que el Gobierno turco ha tachado de "grave crimen contra la humanidad” y de "ofensa a los 78 millones de turcos".