Hay que poder, hay que tener ganas. Esas ganas de todas las horas, sacrificios personales y familiares, dinero y esfuerzo que ya se ha hecho.
Hay personas que empiezan (y acaban) en la UNED por afición, ansia de aprender o complemento académico/laboral. Los hay, como es mi caso, que suponen abrir puertas para mejorar en muchos aspectos de la vida familiar, personal y laboral.
Ninguna razón es más digna que otra pero tan solo por las cicatrices que nos hemos hecho por el camino nosotros y los que nos ayudan hay que terminarlo.
Ya habrá tiempo para llorar, celebrar, alegrarse o derrumbarse. Todo eso es lícito y está permitido. No dejar de intentarlo es obligatorio.
Me queda una asignatura; DIPr. La odio con todo mi ser. Tan solo por las horas invertidas privándome de muchas cosas en tres convocatorias la voy a sacar. Por coj*nes. Por esfuerzo contínuo, desesperado y constante.
Lo hago porque puedo, puedo porque quiero y quiero porque las circunstancias y mucha gente piensan que no podía.
Ánimo.