Un efecto que todavía perdura de los mitos de la Guerra civil, es el siguiente: tras consumarse el fraude electoral de febrero de 1936, la Falange, hasta entonces insignificante, empezó a agrupar a buena parte de los descontentos con la CEDA de Gil-Robles y Renovación, de Calvo Sotelo.
Entonces, los socialistas empezaron a asesinar a los falangistas a punta pala. Inicialmente, los falangistas no devolvieron los golpes, pero viendo ya que las autoridades del Frente Popular no los amparaban, empezaron a devolver a los socialistas los golpes. Creo que este contraterrorismo falangista fue legítimo, dado el desamparo por parte de las autoridades frentepopulistas hacia los falangistas, ante los ataques que sufrían por parte de las juventudes del PSOE. El contraterrorismo falangista fue mucho más leve que el terrorismo socialista. De cada seis golpes socialistas, un contragolpe falangista. Y el PSOE era el grupo más fuerte del Frente Popular en el Gobierno. Es decir: el terrorismo socialista, era terrorismo de agresión y lo que es peor, terrorismo de Estado.
Sin embargo, 84 años después, el PSOE tiene el prestigio inmereciddo de demócrata y abanderado de la democracia que nunca fue. Y la mala fama inmerecida, sigue siendo de la Falange.