Aunque ya quedó expuesto tiempo ha, me parece oportuno insistir en lo mismo, a título personal:
1) Las normas legales que ilegalizan partidos políticos, sean o no favorables (éstos) a grupos terroristas, me parecen propias de un estado fascista, y por lo tanto deleznables.
2) Las normas legales que penalizan opiniones de CUALQUIER tipo, incluyendo las llamadas apología del terrorismo y similares, me parecen propias, también, de un estado fascista.
3) Considero propio de simios y de fascistas todas aquellas normas punitivas que pretendan cohartar la libertad de expresión en cualquiera de sus modalidades, incluyendo el apoyo verbal o escrito a grupos terroristas o de cualquier otro tipo.
4) Considero de cobardes infames no castigar a los asesinos (cualquier asesino, incluyendo los terroristas y los que ejecutan ACCIONES sin cuyo concurso no podrían llevarse a cabo los asesinatos) rápidamente y con ejemplaridad mediante la única pena posible: la de muerte.
5) Considero de gilipollas apoyar la dación de dinero público a cualquier partido político, sindicato o asociación, sea del tipo que sea. Unicamente los afiliados y/o asociados deben contribuir a sostener sus manías y sus ganas de "encamarse".
6) Considero de más gilipollas todavía apoyar que los ayuntamientos disfruten de la prerrogativa de los censos electorales y, por tanto, de los datos particulares (domicilio, nombre y apellidos, etc.) de los ciudadanos.
7) Considero que si yo les apoyo en su libertad de expresión como ha quedado dicho, yo soy también libre para usar de la mía y decir lo siguiente: cualquier que apoye a un grupo terrorista en un estado democrático es un hijo de la grandísima puta.
ea.