Gracioso es lo que comenta ahora, no sé si Roberto Centeno o el otro, que no sé cómo se llama.
Dice: "¡el día en que se descubra la mentira de los sindicatos...!"
Y en verdad me ha hecho gracia, porque hay mentiras sobre la República que han estado a disposición del gran público 70 años.
¡¡70 Años y todavía hay gente que tardará 30 años más en descubrirlo!! Y eso, en el caso de las mujeres, siempre y cuando los moros (a los que por cierto, tanto defienden) no las terminen convirtiendo en siervas. Pero mientras tanto, en fin, por si acaso llego a tiempo, narraré algunas partes de este libro tan interesante de Clara Campoamor. Antes, sí que debo decir una cosa de esta mujer: en aquella época hubo morralla roja, morralla separatista, morralla tradicionalista, etc. Si hubo alguien realmente demócrata, esta fue Clara Campoamor. Si hubo alguien que mereció dirigir los destinos de este país y a la que odiaban los totalitarios tanto zurdos, como diestros, ésta fue Clara Campoamor. Los otros en modo alguno eran partidarios de la democracia: si por ellos fuera, la mujer jamás habría tenido derecho a voto. Si a alguien le debemos eso, es sin duda a Clara Campoamor. Pero Clara estaba sola, frente al totalitarismo. Una persona sola, por muy valiosa que sea, nada puede contra tanta gentuza indeseable a diestra y siniestra.
Dejando de lado la heterodoxa manera de ocupar el poder, del Frente Popular, pasemos a su descripción:
1. Los obreros comían en hoteles, restaurantes y cafés, negándose a pagar la cuenta y amenazando a los dueños, cuando aquellos decían que querían llamar a la policía.
2. Las mujeres de los trabajadores compraban en los ultramarinos, igualmente sin pagar, porque las acompañaba un tío con revólveer.
3. Los pequeños comercios eran saqueados y se llevaban las mercancías a punta de pistola.
4. Las huelgas eran salvajes, la construcción estaba completamente parada y los piquetes no dejaban que el Ayuntamiento reparara las canalizaciones y por ello, muchas casas estaban sin agua. (Así que Zapo, sigue así machote, sigue dando poder a los sindicatos y a sus vandálicos piquetes, que a poco que las cosas se pongan peor, ya veremos qué futuro nos espera.
5. Por supuesto, los huelguistas tampoco dejaban a los mecánicos reparar los ascensores, de modo que si el panorama era encantador para todos los ciudadanos, ya no hablemos de los ancianos, para los cuales, por cierto no hay presupuesto en Cataluña, porque entre otras cosas se lo han gastado en las estupideces totalitarias de siempre. Bueno, hay que reconocer que entonces la cosa estaba mucho peor que ahora, pues a ninguno de los dirigentes se les había ocurrido eso de la eutanasia.
Sí, ciertamente lo de ahora es un gran progreso: hemos descubierto que para destruír la democracia no hacen falta anarquistas, pues los nacionalistas se bastan y se sobran. ¡Enhorabuena Zapo!
Y mi pésame para las futuras siervas, pues o bien no descubrirán nunca la verdad, o cuando la descubran será demasiado tarde, estarán en las garras de una teocracia islámica y no habrá ninguna Clara Campoamor que se preocupe por ellas y las saque del apuro.
Realmente no recuerdo un escrito tan demoledor para los gobernantes del Frente Popular, como el que acabo de resumir de Clara Campoamor. Lo que no debe extrañarnos: