Pseudoparafraseando a Francis Fukuyama, inicio un nuevo hilo en el que me aparto de mi regla de intentar intervenir sólo en cuestiones jurídicas para dar paso a un “excursus” de tipo más bien político. Es difícil resumir todo lo que opino e, incluso, recordar todo lo que merecería la pena sintetizar. No obstante, intentaré concretar algunos puntos que sirvan, al menos, para fijar ciertas ideas:
1º.- Es evidente que los nacionalistas son independentistas. No tiene sentido reclamar autogobierno hasta el infinito y luego decir que no quieres ser independiente. Es absurdo hablar de autodeterminación por a) fue algo pensado para la etapa descolonizadora; b) todas las CC.AA. están autodeterminadas (con ejecutivo-administración y, en su caso, fuerzas de seguridad, legislativo y competencias en el judicial); c) el derecho de autodeterminación está reconocido en Derecho español vía art. 10 CE.
2º.- Los nacionalistas no buscan una igualdad de su cultura e idioma con la cultura e idioma del resto de España. No tiene sentido decir que hay cooficialidad pero a) no hay derecho a estudiar en castellano; b) el idioma propio de las instituciones catalanas y sus universidades es el catalán; c) te multan si rotulas sólo en castellano y no si rotulas sólo en catalán; d) la televisión pública catalana no emite ningún programa en castellano; etcétera.
3º.- Los nacionalistas no son socialistas ni liberales. No tiene sentido aseverar que se es socialista y afirmar que se ha acabado la solidaridad con las “Españas” (Pasqual Maragall). No tiene sentido afirmar que se es liberal e intervenir para menoscabar los derechos lingüísticos y el mercado.
4º.- Los nacionalistas tienen doble política y moral, lo que vale para ellos no vale para los demás. No vale decir Lérida, pero vale decir Saragossa. No vale decir Jorge, pero vale decir Jordi. No vale un mapa de España que incluya Cataluña, pero vale un mapa de los "Països catalans". No vale un DNI monolingüe, pero vale una tarjeta sanitaria sólo en catalán. No valen las cartas del Estado sólo en castellano, pero sí valen las cartas de la Generalidad, de las Diputaciones, de las Comarcas, de las Veguerías y de los Ayuntamientos sólo en catalán. No vale que no se hable en las Cortes Generales sólo en castellano, pero vale que en el Parlamento de Cataluña sólo se use el catalán, etcétera.
5º.- Los nacionalistas van de víctimas. Su lengua es la agredida, pero mi lengua la machacada. Su "déficit fiscal" es insoportable, pero el de mi Comunidad lo multiplica por cuatro. Se quejan de los boicots, pero sus gobiernos subvencionan, por ejemplo, al Omnium cultural. Su bandera es agredida, pero ellos queman la mía.
6º.- Los nacionalistas quieren destruir el Estado español tal y como se conoce ahora. No tiene sentido otra cosa en cuanto que asumir sus exigencias fiscales (más si se unen otras Comunidades como así sucederá) significa la imposibilidad por parte del Estado de cumplir con sus funciones actuales. Así son las Matemáticas.
7º.- Los nacionalistas no son modernos. Son medievalistas, son románticos, son de la Escuela Histórica del Derecho cuando no iusnaturalistas. Lo siento, yo soy positivista.
8º.- El Derecho y la Constitución española no pintan una caca en todo esto, pues de ser así se habría realizado lo que procedía: una reforma constitucional antes de emprender la redacción de ese Estatuto. Como dije en otro lugar, hilando increíblemente fino esa propuesta de Estatuto tendría una cabida constitucional. Pero cuando se intenta hacer un enorme juego de colores para que el negro aparezca como blanco es que en realidad no queremos blanco, sino negro, al igual que cuando a una Coca-Cola se le quita la cocaína, la Coca-Cola sin cocaína pasa a ser Coca-Cola light y la Coca-Cola light pasa a ser Coca-Cola light sin cafeína es mejor cambiarle el nombre porque de Coca-Cola sólo le queda parte del mismo.
9º.- No me da la gana que los catalanes coparticipen en la gestión del Estado y que el resto de españoles no participemos en la cogestión de Cataluña.
10º.- Y muchas cosas más.

Parece que hoy se aprobará tomar en consideración la propuesta de reforma del Estatuto de Cataluña. O en la toma de consideración se borra entero, pues es todo él un diseño íntegro y sistemático de una Constitución (catalana) que, a su vez, supone la derogación de la Constitución (española) en una parte del territorio español y la alteración de su funcionamiento en el resto, o será el fin del Estado tal y como hoy lo conocemos.
Y sólo hay un hombre que quiera evitar esto, Mariano Rajoy. Él es el último hombre porque tenemos un sistema electoral de locos. No sé si es un hombre bueno o malo, al fin y al cabo pienso lo mismo de él que de otros muchos hombres representen al partido que representen: que unas veces tienen razón y otras no.
No voy a entrar al trapo de aquellos que me quieran catalogar de “facha”, “nacionalista” español o “pepero”. Me la refanfinfla y, como conozco bien a Carl Schmitt, la dialéctica amigo-enemigo no va conmigo. Y no voy a entrar al trapo porque ya aclaro que:
a) Soy un socialista-liberal democrático, cada vez más socialista y menos liberal.
b) Cada vez más sólo tengo una Patria: la de aquellos que se quieran unir conmigo dándonos el nombre que acordemos.
c) Me da absolutamente igual el Estado español. Los nacionalistas catalanes, vascos, gallegos y unos cuantos más no quieren formar parte de España. 1) Sin los territorios gallegos, catalanes, vascos y demás España no es España; 2) Sólo un argumento me resulta válido a la hora de justificar las separaciones: la voluntad. Historias, éxitos, fracasos, antiguas glorias tenemos todos, incluso Móstoles que hasta hace pocos años seguía con su declaración de guerra a Francia, así que sólo la voluntad, que alguien o muchos quieran estar o no conmigo justifica eso mismo, que se queden o se vayan (o que yo me quede o me marche); 3) Ergo, como no existe la voluntad de un Estado español, de ser España, me vale para aceptar y respetar la desaparición del Estado.
Un saludo a todos de alguien que sabe castellano y catalán, de alguien que sufrió la vulneración de sus derechos, la irracionalidad, la doble moral y política, la inseguridad, la mentira, la manipulación, el daño moral, la incomprensión y el giro medievalista en Cataluña,
IUS