Ha quedado en total evidencia tanto la relevancia de España (y posiblemente la gran mayoría de países miembros) dentro de la UE, a pesar de ejercer la presidencia rotatoria de la misma, como la de Francia y Alemania dentro de su seno, con ocasión de la crisis griega.
Cualquiera ha podido comprobar "quién maneja los hilos" de los asuntos europeos. Basta con mirar quiénes (franceses y alemanes) han cogido las riendas del problema, han decidido la solución y, por supuesto, se han colgado la correspondiente medalla.
Ha sido penoso ver como Barroso (presidente de la Comisión) y el recien elegido Presidente de la UE (el belga, cuyo nombre no recuerdo) han tratado de aparecer como parte "relevante" de la orquesta dirigida a solventar los problemas económicos de Grecia.
Pero aún ha sido más desolador que España, a pesar de la presidencia que ostenta, ni se la ha visto ni se la espera. Por un momento, en la rueda de prensa de Zapatero, podíamos pensar que nuestro papel había podido pesar como la de los últimos, pero no, resulta que para lo único que "servimos" es para decir que nosotros no estamos como los griegos. Es lamentable.
Me quedo con la ¿esperanza? ¿ilusión? ¿alivio? de que, aunque siempre había creído que el famoso refrán de "menos mal, menos mal, que nos queda Portugal" algo tenía de bueno, resulta que deberemos cambiarlo por el de "vive al día, vive al día, que si te hundes nos queda 'Alemanía'".