Calderón de la Barca en El Gran Teatro del Mundo nos transmite que todos somos actores y cada uno representa el papel que la vida le ha asignado.
El señor Zapatero, no cabe duda, es un gran actor. Tiene carisma. Domina el lenguaje. Es imaginativo. Y, sobre todo, muy osado, cualidad que, en ocasiones, convierte en opacas las ideas acordes con la realidad. Es el gran intérprete de las quimeras, de los sueños. Posiblemente se considere un galáctico, un guía de las masas, un estratega como Rommel: "El Zorro del Desierto", capaz de combatir y doblegar el mal. Desgraciadamente, hay que suponer que el Señor Presidente no atisba la realidad. Por eso se equivoca tanto. Por eso como don Quijote ataca los molinos, es decir, a todos aquellos que no comulgan "con sus sueños": Porque los sueños, sueños son.
El Señor Presidente estaría muy acertado acatando el dictamen del proverbio: "Zapatero a tus zapatos". Sería bueno que se afanara en buscar la verdad, la justicia y el bien común "para todos". Que los españoles pudieramos decir "pertransit benefaciendo" (pasó haciendo el bien).
