Puede que la Universidad Complutense esté hecha una pena en muchos aspectos. Probablemente faltarán talleres, probablemente falten muchas otras cosas. Estas Navidades se cerraron por primera vez las Facultades, impidiendo así el acceso a las Bibliotecas, tutorías de alumnos con sus profesores, o el trabajo de los profesores en sus despachos: porque resulta que incluso en Navidades hay profesores, seguramente pocos, que se pasan por allí para seguir con su trabajo. Puede, es muy probable. La Comunidad de Madrid parece que ha reducido sus créditos a la Universidad pública, pero eso, todo esto y lo anterior, es otro tema.
Si unos chicos (y algunas chicas) se quejan, en nombre de la tradición y la costumbre, de que no quieren que sus colegios sean mixtos, pues, francamente, que si quieren que se vayan a uno privado, pero, por favor, que estamos en el siglo XXI.
Y si encima la base de su protesta es esa, y sólo esa, y además se realiza con violencia, opino que hace bastante bien el Rector en proponer su expulsión de la Universidad. No vitaliciamente, como alguno ha propuesto, pero al menos durante el curso escolar actual, y el que viene, y con nota negativa en el expediente académico durante unos cuantos años. Y me refiero a cualquier Universidad. Y aparte de la expulsión inmediata del Colegio Mayor en que estén.