Notícia publicada al diari AVUI, pàgina 16. Martes, 6 de abril del 2010
"En 1978 una niña de 12 años protagonizó su primera película. Se decía Brooke Shields y hacía de prostituta en La petite, del director francés Louis Malle, icono cultural de la izquierda bienpensante europea. Aparecía desnuda, y figuraba que mantenía relaciones sexuales con adultos. A todo el mundo le parecía lo normal. En 1978 había que ser progre de todo trance. A los que osaron decir algo se les trató de reaccionarios y cavernícolas. Un año después, en 1979, la Orquesta Mondragón, liderada por Javier Gurruchaga, icono cultural de la televisión española en la era de Felipe González, editó su primer disco, Muñeca hinchable. Muchas de las letras eran de Eduardo Haro Ibars (icono cultural de la Movida Madrileña promovida por Tierno Galván), hijo de Eduardo Haro Tecglen, icono cultural del progresismo español. Una de las canciones se basaba en el estándar de jazz Satin chorro y llevaba por título El hombre de los caramelos. La letra de Haro Ibars, homosexual y politoxicómano que murió de sida el año 1988, decía literalmente: "El hombre de los caramelos (...) a la puerta del colegio / espera para hacerte feliz. / Y si deseas con él disfrutar / no te debes, niño, asustar. / Él tiene siempre lo que te hará gozar". La pederastia se hacía así aún más glamurosa que cuando la glosó Gil de Biedma, icono cultural de la Gauche Divine barcelonesa, en sus recuerdos de las islas Filipinas.
EL AÑO 1984, PEDRO ALMODÓVAR, icono cultural del posmodernismo español de izquierdas, estrenaba ¿Qué he Hecho yo para mereces esto? Dicho Gurruchaga hacía el papel de un dentista pedófilo. En una escena hacia el final de la película, el odontólogo se ponía de acuerdo con un niño de unos 8 o 9 años y con su madre, interpretada por Carmen Maura, para consumar una especie de relación sexual estable con el menor. Según el retrato que hacía Almodóvar, todos eran felices y estaban de acuerdo. Al cabo de muchos años, el director manchego contrapuso aquella pederastia buena, que hacía tanta gracia a los progres de la época, con otra que ya no resultaba ideológicamente homologable, aunque era igual. La película se llamaba La mala educación (2004).
VOLVEMOS AL AÑO 1979. Por entonces extraños se publicó una obrita que llevaba por título El libro rojo del cole. En la cubierta había una ilustración de Romeo donde se veía un grupo de niños con el puño cerrado, armados con horcas, guadañas y palos. El texto, anónimo, lo sacó a la calle la editorial Nuestra Cultura en una colección que llevaba por título Mano y Cerebro. La iniciativa estaba vinculada a Alfonso Guerra y Cristina Almeida; la edición propiamente dicha fue a cargo de Lluís Cabrera. Hubo una discreta distribución en las librerías, y otra mucho más amplia, de carácter informal, llevada a cabo por las juventudes del PSOE y otras organizaciones en institutos de bachillerato. Se trataba del catecismo progre de la década de 1970, adaptado al lenguaje y los referentes propios de la Transición española. Contenía una síntesis del Mayo del 68, la Revolución Cultural china y las diversas corrientes contraculturales de la época, todo aderezado con un líquido ideológico espeso a medio camino entre el marxismo ortodoxo, el anarquismo festivo, los movimientos pedagógicos tipo Summerhill, las apretadas viñetas del cómic trash y las letras del rock contestatario como las que hacía dicho Haro Ibars.
COMO TODO EN AQUELLA ÉPOCA, la sexualidad también se politizó y la pederastia quedó legitimada con curiosas coartadas ideológicas. "Si un profesor (hombre o mujer) se acuesta con uno o con una de sus alumnos, se le destituye inmediatamente. ¿Por qué? Porque la moral oficial es muy retrógrada: considera que es mucho más inmoral hacer el amor con un alumno que no romperle la cara ". En este sentido, El libro rojo del cole va aún mucho más lejos, con afirmaciones como ésta: "A veces leemos en los diarios que un maníaco sexual, un sádico (casi siempre un hombre) ha agredido sexualmente a una criatura. Se dice y se repite , aún hoy, que estos obsesos sexuales son peligrosos. Es raro que sea así. No son criminales sexuales, sino hombres que han sido carentes de amor ".
TODO ESTO TIENE UNA HISTORIA, un origen. Sartre entendió que la revolución sexual era proporcionar a Simone de Beauvoir listados cuidadosamente comentados de muchachas dispuestas "á s'engager" y a cualquier otra cosa con tal de ganar algún cum laude. La mujer de los caramelos también existe. Estas cartas salieron a la luz pública hace unos años y tienen un extraordinario parecido a las que el vizconde de Valmont enviaba a la marquesa de Merteuil en Les liaisons dangereuses de Pierre Choderlos de Laclos. Creen que exagero? Lean esta frase de una carta de Sartre a Beauvoir (23-12-1939): "Me divertís, con su harén de mujeres. Os animo a amar mucho su pequeña Sorokine, que es bien encantadora. Diréis, sin embargo, que habrá sacrificarla cuando acabe la guerra "(" Vous m'amusez avec votre harén de femmes. Je vous Encourage fuerte à bien aimer votre petite Sorokine, que eres toute charmante. Mais direz-vous, y el faudra la sacrifier á la finca de la guerre "). Últimamente parece que se habla mucho, de pederastia. En realidad se habla demasiado poco, y de una manera deshonestamente parcial. El hombre de los caramelos, el degenerado de siempre, la mala bestia ancestral, tiene muchos rostros. Más de los que algunos creen."