Se abre una segunda vía de investigación en el atentado del 11-M
Según testigos de la policía que no quieren dar su nombre por temor a ser abducidos, hay una relación directa entre este atentado y algunos sucesos sucedidos en los sucesos de Roswell. El gobierno americano guarda silencio.
El 8 de julio de 1947, el portavoz de la base de las Fuerzas Aéreas estadounidenses en Roswell (Roswell Army Air Field, RAAF) transmitió una de las noticias más impactantes del siglo.
“La RAAF captura un platillo volador en un rancho de Roswell”, “El Ejército declara que ha encontrado un disco volador”.
Cuando el resto del mundo fue consciente de la noticia, el Ejército cambió su versión: “no era un ovni, sino sólo un globo”.
Misteriosamente todos los periodicos dejaron de hablar del tema. Nada más se supo. Y hubiera seguido siendo un incidente más, sin trascendencia de no haber sido por la conversación entre Stanton Friedman y el director de una televisión de Luisiana. Un día de 1978, mientras esperaba para ser entrevistado acerca de sus trabajos sobre ovnis, Friedman entabló conversación con el director de la emisora, quien le dijo que debía hablar con un hombre llamado Jesse Marcel.
“Cuando estuvo en el Ejército, Marcel llegó a tocar fragmentos de uno de esos platillos voladores. Ahora vive en Houma, Luisiana.”
Al día siguiente, Friedman se puso en contacto con Jesse Marcel, oficial de información de la RAAF cuando ocurrió el presunto accidente, cerca de Corona, a 120 km de Roswell. Marcel dijo que se le ordenó recoger los restos y entregarlos en Wright Field (Ohio), donde el Ejército almacenaba material capturado al enemigo.
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