Ejemplos no faltan: (Nota: escribo así de memoria).
1. La República de Weimar, destruída desde dentro por el nacionalsocialismo.
2. Checoslovaquia. Creo recordar que ganaron los comunistas las elecciones de 1948 para quedarse.
3. Lenin en Rusia, se cargó la democracia, mediante demagogia, calumnias y mediante un golpe de Estado.
4. España: pasó exactamente lo mismo con el Frente Popular. La democracia fue destruída y acabó la cosa en tragedia.
5. Más de lo mismo: la Italia de Mussolini.
6. Otro ejemplo, que es el que actualmente sigue Zapatero bajo mi modesto punto de vista: el del proceso involucionista de Hugo Chávez en Venezuela.
Constituciones sobre el papel, impecables, pero en la práctica frágiles, donde no se consagraba de manera efectiva ni la división de poderes, ni las garantías de los derechos. Y luego está también el factor humano: la destrucción en unos casos repentina de la legalidad y en otros casos, de manera más disimulada y soterrada, mediante agentes irregulares o partisanos. Pero esto prueba que la democracia no es cosa fuerte, que de hecho siempre y muchas veces de derecho, hay amplio margen de elección, pero que la mala elección estrecha el margen, considerablemente. La democracia es una criatura frágil a la que hay que cuidar. No se pueded dar por sentada su capacidad de resistencia, ni cerrar los ojos ante los que ponen a prueba dicha capacidad, ni tampoco podemos dar por hecho que los que la patean vilmente una vez tras otra, realmente no quieren acabar con ella. Nunca les escucharemos decir tal cosa, o quizá sí, pero digamos que sin tener una certeza absoluta, sí que digo que los que con sus flechas envenenadas alcanzan tantas veces el corazón del Estado de Derecho, sabían donde apuntaban, tiraban a matar la democracia y además querían acabar con ella.