LAS SECUELAS DEL DOLOR
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Pesadillas persistentes
Durante meses, Francisco Javier Ortega siguió viendo a la gente tirarse desde las torres. 'Cada vez que cerraba los ojos o intentaba dormir, allí estaban, era insoportable'. Con el tiempo, las visiones desaparecieron, pero 'sigo muy afectado por lo que ocurrió', confiesa, sentado en una de las banquetas del restaurante que vino a abrir en Nueva York hace cuatro años. Francisco Javier fue un testigo directo. Vivía en un bloque de edificios frente a la torre Norte y a las 8.46 del 11-S acaba de despertarse.
'Estaba en la cama cuando oí una tremenda explosión. Parecía un ruido de misil, pero sólo vi el boquete en la torre. Algunos trozos del edificio empezaron a caer y pensé en mi mujer, que estaba llevando a mi hijo a la escuela'. Su mujer volvió y estuvieron mirando atónitos por la ventana hasta el impacto del segundo avión. 'Ahí me di cuenta de que podía pasar cualquier cosa'. No se lo pensó dos veces: 'Salimos disparados', hacia la casa de su cuñada en el Village. '¿Quedarme a mirar? Ni hablar, era demasiado peligroso'.
Sólo pudieron volver a su piso una semanas después, custodiados por la policía, para recuperar papeles, tarjetas, cosas de valor y algo de ropa para sus dos niños. 'Había un palmo de polvo, incluso en los cajones cerrados, todo era gris'. Se mudaron cuatro veces, sin muebles, hasta que encontraron una casa en Tribeca, cerca de su restaurante. Lo más difícil fue pedir ayuda. Se solivianta al mencionarlo. 'Fue humillante. En una ocasión tuve que hacer la cola durante 15 horas para conseguir dinero de la Cruz Roja'.
Durante todo este tiempo pensó seriamente en volver. 'Llevo 17 años fuera de San Sebastián, he vivido en Guatemala y en México, y antes nunca había querido regresar'. Su restaurante, Los Pintxos, cerca de Canal Street, estuvo a punto de cerrar por falta de clientes. Ahora, las cosas han vuelto más o menos a su cauce. Ya ha decidido que el 11-S trabajará 'todo el día, sin ver la televisión. He mandado a mi mujer y a mis hijos a España para que no estén aquí, bastante mal lo han pasado ya'.