Pero es que a la gente a la que maltratan, muchas veces, en principio, no tiene ningún factor politizante: lo de salvar a una niña, no creo que sea algo ideologizable...
No lo parece, al menos, pero zass... van a saco, porque lo manchan todo, por dondequiera que pasan: es el abuso por el abuso, como demuestra la historia de este concejal que se suicidó. Son doblemente monstruosos:
1. Porque la política ya es en sí monstruosa: ya dije que no todos los políticos son hijos de puta, pero que en todo hijo de puta hay mucho de político. Y esto todavía, lo entiendo: en un oficio diseñado para ser un cabrón, resulta inevitable serlo de una forma u otra: de ahí el favoritismo, de ahí lo de invadir el terreno de los jueces, adoctrinar, etc. Vale, que ser un poco hijo de puta en la política, es algo como que va en el contrato.
2. Porque al parecer lo son ya de por sí. Y entonces salen casos como el del concejal y la niña... Y yo este tipo de monstruosidad ya no la entiendo en modo alguno.