Algo que decía San Agustín y que casi siempre olvidamos:
La ciudad de Dios, fundada en la justicia divina, vive como extranjera en todas las ciudades de la tierra.
El hombre bueno vivirá en la tierra siempre como "peregrino".
El “peregrino” es ciudadano de otra patria, a la que todos los hombres están llamados, y cuya plenitud está por venir. Es la ciudad celestial.
Gracias por tus reflexiones Manuel.