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Autor Tema: Relatos literarios cortos para pausas en el estudio  (Leído 3759 veces)

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Desconectado duncanduncan

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Relatos literarios cortos para pausas en el estudio
« en: 15 de Febrero de 2011, 01:08:32 am »
A mi me anima parar de vez en cuando y leer algo, cortito, que no tenga nada que ver con la carrera.

Animaros

Pongo el primero...

JULIO CORTAZAR.

ORIENTACIÓN DE LOS GATOS.
A JUAN SORIANO

Cuando Alana y Osiris me miran no puedo quejarme del menor disimulo, de la menor duplicidad. Me miran de frente, Alana su luz azul y Osiris su rayo verde. También entre ellos se miran así, Alana acariciando el negro lomo de Osiris que alza el hocico del plato de leche y maúlla satisfecho, mujer y gato conociéndose desde pianos que se me escapan, que mis caricias no alcanzan a rebasar. Hace tiempo que he renunciado a todo dominio sobre Osiris, somos buenos amigos desde una distancia infranqueable; pero Alana es mi mujer y la distancia entre nosotros es otra, algo que ella no parece sentir pero que se interpone en mi felicidad cuando Alana me mira, cuando me mira de frente igual que Osiris y me sonríe o me habla sin la menor reserva, dándose en cada gesto y cada cosa como se da en el amor, allí donde todo su cuerpo es como sus ojos, una entrega absoluta, una reciprocidad ininterrumpida.

Es extraño, aunque he renunciado a entrar de lleno en el mundo de Osiris, mi amor por Alana no acepta esa llaneza de cosa concluida, de pareja para siempre, de vida sin secretos. Detrás de esos ojos azules hay más, en el fondo de las palabras y los gemidos y los silencios alienta otro reino, respira otra Alana. Nunca se lo he dicho, la quiero demasiado para trizar esta superficie de felicidad por la que ya se han deslizado tantos días, tantos años. A mi manera me obstino en comprender, en descubrir; la observo pero sin espiarla; la sigo pero sin desconfiar; amo una maravillosa estatua mutilada; un texto no terminado, un fragmento de cielo inscrito en la ventana de la vida.

Hubo un tiempo en que la música me pareció el camino que me llevaría de verdad a Alana, mirándola escuchar nuestros discos de Bartok, de Duke Ellington, de Gal Costa, una transparencia paulatina me ahondaba en ella, la música la desnudaba de una manera diferente, la volvía cada vez más Alana porque Alana no podía ser solamente esa mujer que siempre me había mirado de lleno sin ocultarme nada. Contra Alana, más allá de Alana yo la buscaba para amarla mejor; y si al principio la música me dejó entrever otras Alanas, llegó el día en que f rente a un grabado de Rembrandt la vi cambiar todavía más, como si un juego de nubes en el ciclo alterara bruscamente las luces y las sombras de un paisaje. Sentí que la pintura la llevaba más allá de sí misma para ese único espectador que podía medir la instantánea metamorfosis nunca repetida, la entrevisión de Alana en Alana. Intercesores involuntarios, Keith Harrett, Beethoven y Anibal Troilo me habían ayudado a acercarme, pero frente a un cuadro o un grabado Alana se despojaba todavía más de eso que creía ser, por un momento entraba en un mundo imaginario para sin saberlo salir de si misma, yendo de una pintura a otra, comentándolas o callando, juego de cartas que cada nueva contemplación barajaba para aquel que sigiloso y atento, un poco atrás o llevándola del brazo, veía sucederse las reinas y los ases, los piques y los tréboles, Alana.
¿Qué se podía hacer con Osiris? Darle su leche, dejarlo en su ovillo negro satisfactorio y ronroneante; pero a Alana yo podía traerla a esta galería de cuadros como lo hice ayer, una vez más asistir a un teatro de espejo y de cámaras oscuras, de imágenes tensas en la tela frente a esa otra imagen de alegres jeans y blusa roja que después de aplastar el cigarrillo a la entrada iba de cuadro en cuadro, deteniéndose exactamente a la distancia que su mirada requería, volviéndose a mí de tanto en tanto para comentar o comparar. Jamás hubiera podido descubrir que yo no estaba ahí por los cuadros, que un poco atrás o de lado mi manera de mirar nada tenía que ver con la suya. Jamás se daría cuenta de que su lento y reflexivo paso de cuadro en cuadro la cambiaba hasta obligarme a cerrar los ojos y luchar para no apretarla en los brazos y llevármela al delirio, a una locura de carrera en plena calle. Desenvuelta, liviana en su naturalidad de goce y descubrimiento, sus altos y sus demoras se inscribían en un tiempo diferente del mío, ajeno a la crispada espera de mi sed.

Hasta entonces todo había sido un vago anuncio, Alana en la música, Alana frente a Rembrandt. Pero ahora mi esperanza empezaba a cumplirse casi insoportablemente, desde nuestra llegada Alana se había dado a las pinturas con una atroz inocencia de camaleón, pasando de un estado a otro sin saber que un espectador agazapado acechaba en su actitud, en la inclinación de su cabeza, en el movimiento de sus manos o sus labios el cromatismo interior que la recorría hasta mostrarla otra, allí donde la otra era siempre Alana sumándose a Alana, las cartas agolpándose hasta completar la baraja. A su lado, avanzando poco a poco a lo largo de los muros de la galería, la iba viendo darse a cada pintura, mis ojos multiplicaban un triángulo fulminante que se tendía de ella al cuadro y del cuadro a mí mismo para volver a ella y aprehender el cambio, la aureola diferente que la envolvía un momento para ceder después a un aura nueva, a una tonalidad que la exponía a la verdadera, a la última desnudez. Imposible prever hasta donde se repetiría esa ósmosis, cuántas nuevas Alanas me llevarían por fin a la síntesis de la que saldríamos los dos colmados, ella sin saberlo y encendiendo un nuevo cigarrillo antes de pedirme que la llevara a tomar un trago, yo sabiendo que mi larga búsqueda había llegado a puerto y que mi amor abarcaría desde ahora lo visible y lo invisible, aceptaría la limpia mirada de Alana sin incertidumbres de puertas cerradas, de pasajes vedados.

Frente a una barca solitaria y un primer piano de rocas negras, la vi quedarse inmóvil largo tiempo; un imperceptible ondular de las manos la hacia como nadar en el aire, buscar el mar abierto, una fuga de horizontes. Ya no podía extrañarme que esa otra pintura donde una reja de agudas puntas vedaba el acceso a los árboles linderos la hiciera retroceder como buscando un punto de mira, de golpe era la repulsa, el rechazo de un limite inaceptable. Pájaros, monstruos Marinos, ventanas dándose al silencio o dejando entrar un simulacro de la muerte, cada nueva pintura arrasaba a Alana despojándola de su color anterior, arrancando de ella las modulaciones de la libertad, del vuelo, de los grandes espacios, afirmando su negativa frente a la noche y a la nada, su ansiedad solar, su casi terrible impulso de ave fénix. Me quedé atrás sabiendo que no me sería posible soportar su mirada, su sorpresa interrogativa cuando viera en mi cara el deslumbramiento de la confirmación, porque eso era también yo, eso era mi proyecto Alana, mi vida Alana, eso había sido deseado por mí y refrenado por un presente de ciudad y parsimonia, eso ahora al fin Alana, al fin Alana y yo desde ahora, desde ya mismo. Hubiera querido tenerla desnuda en los brazos, amarla de tal manera que todo quedara claro, todo quedara dicho para siempre entre nosotros, y que de esa interminable noche de amor, nosotros que ya conocíamos tantas, naciera la primera alborada de la vida.

Llegábamos al final de la galería, me acerqué a la puerta de salida ocultando todavía la cara, esperando que el aire y las luces de la calle me volvieran a lo que Alana conocía de mi. La vi detenerse ante un cuadro que otros visitantes me habían ocultado, quedarse largamente inmóvil mirando la pintura de una ventana y un gato. Una última transformación hizo de ella una lenta estatua nítidamente separada de los demás, de mí que me acercaba indeciso buscándole los ojos perdidos en la tela. Vi que el gato era idéntico a Osiris y que miraba a lo lejos algo que el muro de la ventana no nos dejaba ver. Inmóvil en su contemplación, parecía menos inmóvil que la inmovilidad de Alana. De alguna manera sentí que el triángulo se había roto, cuando Alana volvió hacia mí la cabeza el triángulo ya no existía, ella había ido al cuadro pero no estaba de vuelta, seguía del lado del gato mirando más allá de la ventana donde nadie podía ver lo que ellos veían, lo que solamente Alana y Osiris veían cada vez que me miraban de frente.


Desconectado ius dental cai

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Re: Relatos literarios cortos para pausas en el estudio
« Respuesta #1 en: 15 de Febrero de 2011, 01:17:40 am »
A mí parar de leer, encenderme un cigarrillo y ver algo en la tele, tipo Salvame o similares.
Te partes el culo cuando empiezan a decir que si van a poner una demanda, una querella y hasta he escuchado por la boca de una de las colaboradoras que va a poner una querella criminal por lo contencioso-administrativo, toma ya, a ver quién me explica en qué consiste, que lenguaje jurídico manejan, ja ja
Mucho más dentista que abogado y mucho más abogado que dentista.

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Lo que más relaja entre tema y tema es?????? HACER EL AMOR
« Respuesta #2 en: 15 de Febrero de 2011, 11:24:50 am »
si eso no te relaja no busques ni lecturas, ni teles ni chuches ni nada HAZ EL AMOR y luego ponte a estudiar. Veras q poco stress.

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Re: Relatos literarios cortos para pausas en el estudio
« Respuesta #3 en: 15 de Febrero de 2011, 11:33:40 am »
Mejor idea pero tiene que ser algo rapidito: en estos momentos no se dispone de tiempo para preámbulos ni títulos preliminares, directo al articulado.
Mucho más dentista que abogado y mucho más abogado que dentista.

Desconectado duncanduncan

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Re: Relatos literarios cortos para pausas en el estudio
« Respuesta #4 en: 15 de Febrero de 2011, 11:55:45 am »
Me parece perfecto (los siento por los relatos de Cortazar...) pero tengo una duda. SI nuestras parejas "pasan" de nosotros.... el autoconsumo cuenta como sexo???

Desconectado ilvin

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Re: Relatos literarios cortos para pausas en el estudio
« Respuesta #5 en: 15 de Febrero de 2011, 12:16:39 pm »
Cortázar fue un gran compañero mientras estudiaba, y lo sigue siendo.
Pienso que relatos, cuentos, para los estudiantes que nos gusta leer, son lo mejor. Porque si te enganchas con una novela, chau -además de que cuando uno debe estudiar, cualquier excusa es buena para no hacerlo-.
Ya si tienes la cabeza quemada, coincido en que es buena distracción ver programas de tele que no te hagan pensar -yo optaba por GH, aunque me ahora me distraigo en Facebook o en los foros...-
Ilvin

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Re: Relatos literarios cortos para pausas en el estudio
« Respuesta #6 en: 15 de Febrero de 2011, 14:18:57 pm »
Totalmente de acuerdo Ilvin Cortazar es un grande.
Que me decis de sus "Instrucciones para llorar"... por si no nos salen los exámenes como deseamos...

 Instrucciones para llorar.
Dejando de lado los motivos, atengámonos a la manera correcta de llorar, entendiendo por esto un llanto que no ingrese en el escándalo, ni que insulte a la sonrisa con su paralela y torpe semejanza. El llanto medio u ordinario consiste en una contracción general del rostro y un sonido espasmódico acompañado de lágrimas y mocos, estos últimos al final, pues el llanto se acaba en el momento en que uno se suena enérgicamente. Para llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible por haber contraído el hábito de creer en el mundo exterior, piense en un pato cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes en los que no entra nadie, nunca. Llegado el llanto, se tapará  con decoro el rostro usando ambas manos con la palma hacia adentro. Los niños llorarán con la manga del saco contra la cara, y de preferencia en un rincón del cuarto. Duración media del llanto, tres minutos.

Desconectado ilvin

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Re: Relatos literarios cortos para pausas en el estudio
« Respuesta #7 en: 15 de Febrero de 2011, 17:20:00 pm »
Un grande. Una alegría encontrar un cronopio por aquí... y una sorpresa. No es muy conocido Cortázar por aquí. Soy argentina, tu/vos? Estudio para homologar el título...
Te dejo otro de "Instrucciones", que siempre relaciono con ese libro... de otro grande, Alejandro Dolina:
No puedes ver los enlaces. Register or Login
Y sigo estudiando...
Saludos
Ilvin

Desconectado duncanduncan

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Re: Relatos literarios cortos para pausas en el estudio
« Respuesta #8 en: 15 de Febrero de 2011, 19:06:09 pm »
Muy bueno lo del paquete de jabón¡¡

Soy español. Ahora que lo pienso, llegue a Cortazar por Bryce Echenique (me encanta), que en una de sus biografias recomienda, loco perdido, conocer a Cortazar. Genial.

Y que me dices de otro compatriota tuyo:

Jorge Luis Borges
LÍmites
De estas calles que ahondan el poniente,
una habrá (no sé cuál) que he recorrido
ya por última vez, indiferente
y sin adivinarlo, sometido
             
a quien prefija omnipotentes normas
y una secreta y rígida medida
a las sombras, los sueños y las formas
que destejen y tejen esta vida.
             
Si para todo hay término y hay tasa
y última vez y nunca más y olvido
¿Quién nos dirá de quién, en esta casa,
sin saberlo, nos hemos despedido?
             
Tras el cristal ya gris la noche cesa
y del alto de libros que una trunca
sombra dilata por la vaga mesa,
alguno habrá que no leeremos nunca.
             
Hay en el Sur más de un portón gastado
con sus jarrones de mampostería
y tunas, que a mi paso está vedado
como si fuera una litografía.
             
Para siempre cerraste alguna puerta
y hay un espejo que te aguarda en vano;
la encrucijada te parece abierta
y la vigila, cuadrifonte, Jano.
             
Hay, entre todas tus memorias,
una que se ha perdido irreparablemente;
no te verán bajar a aquella fuente
ni el blanco sol ni la amarilla luna.
             
No volverá tu voz a lo que el persa
dijo en su lengua de aves y de rosas,
cuando al ocaso, ante la luz dispersa,               
quieras decir inolvidables cosas.

¿Y el incesante Ródano y el lago,
todo ese ayer sobre el cual hoy me inclino?
Tan perdido estará como Cartago
que con fuego y con sal borró el latino.
             
Creo en el alba oír un atareado
rumor de multitudes que se alejan;
son los que me ha querido y olvidado;
espacio, tiempo y Borges ya me dejan.

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Re: Relatos literarios cortos para pausas en el estudio
« Respuesta #9 en: 16 de Febrero de 2011, 12:51:45 pm »
No puedes ver los enlaces. Register or Login
Aqui os dejo un enlace de micro-micro relatos, para esos momentos de agobio, tranquilos que los podeis descargar sin miedo a la ley sinde que es legal
Vino est confortatis et aqua crias gusarapis.

Desconectado ilvin

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Re: Relatos literarios cortos para pausas en el estudio
« Respuesta #10 en: 16 de Febrero de 2011, 13:13:01 pm »
Gracias.
No me canso de leerlo, siempre refiriéndose a lo finito/infinito, el tiempo, los espejos.... Gran, gran cuentista Borges también. Recomendado a todo el que le interese la lectura.

«Hay que utilizar la cabeza para pensar, hay que respetar y valorar el legado cultural que recibimos, hay que leer para pertrecharse de instrumentos que nos permitan combatir el destino que otros nos forjan. Es necesario leer y escribir para entender el mundo y para entendernos mejor a nosotros mismos. Leer es bueno para la salud. De leer y de intentar comprender nadie ha enfermado, diga lo que diga Cervantes».
José Saramago
Ilvin

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Re: Relatos literarios cortos para pausas en el estudio
« Respuesta #11 en: 16 de Febrero de 2011, 13:50:40 pm »
Un último relato antes de ir al examen de Internacional Privado (que ahí si que voy a tener que tirar de recursos literarios y de capacidad de concreción...)

Continuidad de los parques
Julio Cortazar
Había empezado a leer la novela unos días antes. La abandonó por negocios urgentes, volvió a abrirla cuando regresaba en tren a la finca; se dejaba interesar lentamente por la trama, por el dibujo de los personajes. Esa tarde, después de escribir una carta a su apoderado y discutir con el mayordomo una cuestión de aparcerías, volvió al libro en la tranquilidad del estudio que miraba hacia el parque de los robles. Arrellanado en su sillón favorito, de espaldas a la puerta que lo hubiera molestado como una irritante posibilidad de intrusiones, dejó que su mano izquierda acariciara una y otra vez el terciopelo verde y se puso a leer los últimos capítulos. Su memoria retenía sin esfuerzo los nombres y las imágenes de los protagonistas; la ilusión novelesca lo ganó casi en seguida. Gozaba del placer casi perverso de irse desgajando línea a línea de lo que lo rodeaba, y sentir a la vez que su cabeza descansaba cómodamente en el terciopelo del alto respaldo, que los cigarrillos seguían al alcance de la mano, que más allá de los ventanales danzaba el aire del atardecer bajo los robles. Palabra a palabra, absorbido por la sórdida disyuntiva de los héroes, dejándose ir hacia las imágenes que se concertaban y adquirían color y movimiento, fue testigo del último encuentro en la cabaña del monte. Primero entraba la mujer, recelosa; ahora llegaba el amante, lastimada la cara por el chicotazo de una rama.

Admirablemente restañaba ella la sangre con sus besos, pero él rechazaba las caricias, no había venido para repetir las ceremonias de una pasión secreta, protegida por un mundo de hojas secas y senderos furtivos. El puñal se entibiaba contra su pecho, y debajo latía la libertad agazapada. Un diálogo anhelante corría por las páginas como un arroyo de serpientes y se sentía que todo estaba decidido desde siempre. Hasta esas caricias que enredaban el cuerpo del amante como queriendo retenerlo y disuadirlo, dibujaban abominablemente la figura de otro cuerpo que era necesario destruir. Nada había sido olvidado: coartadas, azares, posibles errores. A partir de esa hora cada instante tenía su empleo minuciosamente atribuido. El doble repaso despiadado se interrumpía apenas para que una mano acariciara una mejilla. Empezaba a anochecer.

Sin mirarse ya, atados rígidamente a la tarea que los esperaba, se separaron en la puerta de la cabaña. Ella debía seguir por la senda que iba al norte. Desde la senda opuesta él se volvió un instante para verla correr con el pelo suelto. Corrió a su vez, parapetándose en los árboles y los setos, hasta distinguir en la bruma malva del crepúsculo la alameda que llevaba a la casa. Los perros no debían ladrar, y no ladraron. El mayordomo no estaría a esa hora, y no estaba. Subió los tres peldaños del porche y entró. Desde la sangre galopando en sus oídos le llegaban las palabras de la mujer: primero una sala azul, después una galería, una escalera alfombrada. En lo alto, dos puertas. Nadie en la primera habitación, nadie en la segunda. La puerta del salón y entonces el puñal en la mano, la luz de los ventanales, el alto respaldo de un sillón de terciopelo verde, la cabeza del hombre en sillón leyendo una novela.

 

Desconectado oliver

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Re: Relatos literarios cortos para pausas en el estudio
« Respuesta #12 en: 16 de Febrero de 2011, 21:58:45 pm »
Hola.
En homenaje al maestro Borges:

Microrrelatos: Jorge Luis Borges "El Adivino"
“El adivino”

En Sumatra, alguien quiere doctorarse de adivino. El brujo examinador le pregunta si será reprobado o si pasará.

El candidato responde que será reprobado...

Jorge Luis Borges

Sencillamente, una chispa de divinidad creadora.
Un saludo.
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Desconectado duncanduncan

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Re: Relatos literarios cortos para pausas en el estudio
« Respuesta #13 en: 16 de Febrero de 2011, 23:01:59 pm »
Más Cortazar. (perdón si resulta pesado... pero aqui en Asturias llueve y lo uno lleva a lo otro y...)

Aplastamiento de las gotas
Yo no sé, mirá, es terrible cómo llueve. Llueve todo el tiempo, afuera tupido y gris, aquí contra el balcón con goterones cuajados y duros, que hacen plaf y se aplastan como bofetadas uno detrás de otro qué hastío. Ahora aparece una gotita en lo alto del marco de la ventana, se queda temblequeando contra el cielo que la triza en mil brillos apagados, va creciendo y se tambalea, ya va a caer y no se cae, todavía no se cae. Está prendida con todas las uñas, no quiere caerse y se la ve que se agarra con los dientes mientras le crece la barriga, ya es una gotaza que cuelga majestuosa y de pronto zup ahí va, plaf, deshecha, nada, una viscosidad en el mármol.

Pero las hay que se suicidan y se entregan enseguida, brotan en el marco y ahí mismo se tiran, me parece ver la vibración del salto, sus piernitas desprendiéndose y el grito que las emborracha en esa nada del caer y aniquilarse. Tristes gotas, redondas inocentes gotas. Adiós gotas. Adiós.

Julio Cortázar

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Re: Relatos literarios cortos para pausas en el estudio
« Respuesta #14 en: 17 de Febrero de 2011, 11:18:25 am »
Seguro que os suena, lo que refleja Pessoa aqui.
Me voy a estudiar. ¿O mejor mañana?

APLAZAMIENTO

Después de mañana, sí, sólo después de mañana…
Llevaré el día de mañana pensando en después de mañana,
Y sí será posible; pero hoy no…
No, hoy nada; hoy no puedo.
La persistencia confusa de mi subjetividad objetiva,
El sueño de mi vida real, intercalado,
El cansancio anticipado e infinito,
Un cansancio de mundos para tomar un tranvía…
Esta especie de alma…
Sólo después de mañana…
Hoy quiero prepararme,
Quiero prepararme para pensar mañana en el día siguiente…
Es él que es decisivo.
Tengo ya el plano trazado; pero no, hoy no dibujo planos…
Mañana es el día de los planos.
Mañana me sentaré en el escritorio para conquistar el mundo;
Pero sólo conquistaré el mundo después de mañana…
Tengo ganas de llorar,
De repente tengo ganas de llorar mucho, desde dentro…

No, no quieran saber nada más, es secreto, no lo digo.
Sólo después de mañana…
Cuando era niño, el circo del domingo me divertía por toda la semana.
Hoy sólo me divierte el circo del domingo de toda la semana de mi infancia…
Después de mañana seré otro,
Mi vida ha de triunfar,
Todas mis cualidades reales de inteligente, leído y práctico

Serán convocadas por un bando…
Pero por un bando de mañana…
Hoy quiero dormir, redactaré mañana…
Por hoy, ¿cuál es el espectáculo que me repetiría la infancia?
Para comprar incluso los boletos de mañana,
Pues para pasado mañana estará bien el espectáculo…
Antes, no…
Pasado mañana tendré la pose pública que mañana estudiaré.
Pasado mañana seré finalmente el que hoy no puedo nunca ser.
Sólo después de mañana…
Tengo sueño como el frío de un perro vagabundo.
Tengo mucho sueño.
Mañana te diré las palabras, o pasado mañana…
Sí, tal vez sólo después de pasado mañana…

El porvenir…
Sí, el porvenir…

Álvaro de Campos
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Re: Relatos literarios cortos para pausas en el estudio
« Respuesta #15 en: 17 de Febrero de 2011, 11:56:54 am »
Maravilloso¡¡¡¡ genial¡¡¡ me encanta, muchas gracias

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Re: Relatos literarios cortos para pausas en el estudio
« Respuesta #16 en: 17 de Febrero de 2011, 21:52:30 pm »
Hola.
Genial Pessoa. Depresor estimulante. Que bascula entre un pasado que añora y un futuro que no llega.
Dejadme aportar a Angel Gonzalez. El cual se aferra a un presente inexistente.

"Esto no es nada" Angel Gonzalez:

Si tuviésemos la fuerza suficiente
para apretar como es debido un trozo de madera,
sólo nos quedaría entre las manos
un poco de tierra.
Y si tuviésemos más fuerza todavía
para presionar con toda la dureza
esa tierra, sólo nos quedaría
entre las manos un poco de agua.
Y si fuese posible aún
oprimir el agua,
ya no nos quedaría entre las manos
nada.

Un saludo.


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Re: Relatos literarios cortos para pausas en el estudio
« Respuesta #17 en: 17 de Febrero de 2011, 22:05:06 pm »
Hola.
Y como me aburro creyendo que soy un burro pues algo más de Angel Gonzalez

"Inmortalidad de la nada" Angel Gonzalez:

Todo lo consumado en el amor
no será nunca gesta de gusanos.

Los despojos del mar roen apenas
los ojos que jamás
—porque te vieron—,
jamás
se comerá la tierra al fin del todo.

Yo he devorado tú
me has devorado
en un único incendio.

Abandona cuidados:
lo que ha ardido
ya nada tiene que temer del tiempo.




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Re: Relatos literarios cortos para pausas en el estudio
« Respuesta #18 en: 17 de Febrero de 2011, 22:26:24 pm »
Si seguimos con poesía... algo de Paul Verlaine

SOÑÉ CONTIGO ESTA NOCHE

Soñé contigo esta noche:
Te desfallecías de mil maneras
Y murmurabas tantas cosas...

Y yo, así como se saborea una fruta
Te besaba con toda la boca
Un poco por todas partes, monte, valle, llanura.

Era de una elasticidad,
De un resorte verdaderamente admirable:
Dios... ¡Qué aliento y qué cintura!

Y tú, querida, por tu parte,
Qué cintura, qué aliento y
Qué elasticidad de gacela...

Al despertar fue, en tus brazos,
Pero más aguda y más perfecta,
¡Exactamente la misma fiesta!

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Re: Relatos literarios cortos para pausas en el estudio
« Respuesta #19 en: 17 de Febrero de 2011, 22:47:19 pm »
El reloj (Charles Baudelaire)

¡Reloj! ¡Divinidad siniestra, horrible, impasible,
Cuyo dedo nos amenaza y nos dice: ¡Recuerda!
Los vibrantes Dolores en tu corazón lleno de terror
Se plantarán pronto como en un blanco;

El Placer vaporoso huirá hacia el horizonte
Tal como una sílfide hacia el fondo del pasillo;
Cada instante te devora un trozo de la delicia
Acordada a cada hombre para toda su estancia.

Tres mil seiscientas veces por hora, el Segundero
Murmura: ¡Recuerda! —Rápido, con su voz
De insecto, Ahora dice: ¡Yo soy Antaño,
Y yo he bombeado tu vida con mi trompa inmunda!

¡Remember! ¡Recuerda! pródigo Esto memorl
(Mi garganta de metal habla todas las lenguas.)
¡Los minutos, muerte juguetona, son gangas
Que no hay que dejar sin extraer el oro!

¡Recuerda! que el Tiempo es un jugador ávido
Que gana sin trampear, ¡en todo golpe! es la ley.
El día declina; la noche aumenta: ¡recuerda!
El abismo tiene siempre sed; la clepsidra se vacía.

Luego sonará la hora en que el Divino Azar,
Donde la augusta Virtud, tu esposa todavía virgen,
Donde el Arrepentimiento mismo (¡oh, el postrer refugio!)
Donde todo te dirá: ¡Muere, viejo flojo! ¡es muy tarde
corremos y llegamos antes y comprendemos que ya no importa.
Ilvin