Ya me parecía a mí que, tanto y tantísimo talento acumulado por los movimientos cívicos en defensa de las libertades, no podía ser en balde. Menos mal que tras 30 años de profundas y sesudas reflexiones, han encontrado el camino correcto y se han querellado por prevaricación contra quien se sabe obligado a cumplir las sentencias del Supremo y a pesar de todo, decide deliberadamente incumplirlas.
Que eso es una prevaricación como una catedral, es innegable.
Sin embargo, a pesar de lo obvio de dar ese paso, me felicito por el hecho de que hayan dado este paso. Lo de la Generalidad no es tan grotesco como lo de procesar a muertos, (porque es que ya aquello bate todas las marcas) pero sí es obvio que:
1. Deben cumplir las sentencias del Supremo.
2. Lo saben perfectamente.
3. No las cumplen.