Se llama como se llame, pero no oprime a nadie con el yugo teocrático, como sí hacen por cierto Marruecos, Arabia Saudí, Irán, etc. Y no me olvido por ejemplo de otras teocracias ateas, o si se prefiere, ateocracias, como la de China.
Veamos una forma como el socialismo clásico ha causado catástrofes humanas en una magnitud descomunal. En un año, 1958, la dictadura comunista China, ya sobrepasaba con creces las cifras más exageradas de la dictadura franquista, en lo referente a víctimas.
Esto fue lo que sucedió:
"En los últimos días parece haberse desatado una auténtica histeria en torno al terremoto acaecido en Japón y al consiguiente accidente en la central nuclear de Fukushima.
Las imágenes del brutal maremoto nos hacen a todos sentirnos impotentes ante la fuerza destructiva de la Naturaleza, y los esfuerzos sobrehumanos por devolver la normalidad a la central de Fukushima han avivado en todo Occidente el pánico anti-nuclear: Merkel ha anunciado que cerrará las centrales construidas antes de 1980, Berlusconi ha echado marcha atrás en su plan de construir nuevas centrales y en España nuestros políticos compiten a ver quién dice la tontería mayor sobre la seguridad nuclear.
Es verdad que la Naturaleza es a veces inclemente. Es verdad también que la Tecnología puede encerrar considerables peligros. Pero con ser cuantiosas y lamentables las muertes por el terremoto en Japón, lo cierto es que el número de muertos y desaparecidos no supera los 20.000. Y aunque la histeria en torno a la central nuclear japonesa es inconmensurable, lo cierto es que el número de muertos por el accidente en la central nuclear es de... 5 personas.
¿Quieren ustedes que les hable de catástrofes? Pues vamos con ello.
En el año 1958, el Partido Comunista Chino de Mao Tse Tung decidió que era el momento de liberarse de la tutela de la Unión Soviética, para lo cual era necesario que China efectuara un ímprobo esfuerzo de industrialización.
Para ello, se concibió un plan de desarrollo que recibió el sonoro nombre de El Gran Salto Adelante. Para acometer la industrialización, Mao decidió que había que concentrar los esfuerzos en la producción de acero.
¿Cuál era el problema? Pues que para multiplicar la producción de acero, hacía falta muchísima mano de obra. En consecuencia, se decidió reclutar mano de obra entre los campesinos.
Pero eso implicaba que habría menos trabajadores dedicados a la producción agrícola. Y China no se podía permitir una reducción en la producción de alimentos, puesto que apenas alcanzaban para satisfacer las necesidades de toda la población.
¿Cómo salvar este obstáculo? Pues muy sencillo: se decidió que la disminución en el número de campesinos se compensaría aumentando la productividad de las labores agrícolas.
¡Brillante idea! ¿Y cómo hacer para aumentar la productividad agrícola? Pues lo que Mao y el Partido Comunista Chino decidieron fue: imponer una política radical de colectivización, de modo que todas las pequeñas explotaciones agrarias pasaron a ser propiedad comunal; prohibir a los trabajadores agrícolas abandonar las comunas bajo amenaza de pena de muerte; eliminar los mercados tradicionales en los pueblos chinos y prohibir el trueque de mercancías, muy habitual por aquel entonces . Además, se impusieron por decreto nuevas técnicas de producción agraria, supuestamente avanzadas. El objetivo declarado de todas estas medidas era multiplicar por cinco la producción agrícola.
¿Cuál fue el resultado del Gran Salto Adelante? Pues que el primer año la producción agrícola, lejos de quintuplicarse, cayó un 15%, y al año siguiente cayó otro 15% adicional. Y como el estado se incautaba de la mayor parte de las cosechas con el fin de pagar las importaciones y alimentar a la población urbana, esa drástica y súbita reducción en la producción agrícola hizo que los alimentos empezaran rápidamente a escasear en las zonas rurales.
En sólo tres años, 36 millones de personas murieron de hambre, la mayor parte de ellas niños. En algunas comarcas, murió de inanición uno de cada tres habitantes.
En una crónica de un funcionario chino de la época se cuenta cómo las calles de muchos pueblos del interior aparecían sembradas de cadáveres que nadie tenía fuerzas para enterrar y que ni siquiera los perros se comían, porque hacía tiempo que la gente se había comido a los perros. El canibalismo se puso a la orden del día en muchos lugares de China.
El terremoto más cruento del que se tienen noticias es el de 1556 en la propia China, cuando el temblor de tierra y las posteriores epidemias ocasionaron la muerte de 830.000 personas. En cuanto a los riesgos de la energía nuclear, el número total de fallecidos a causa de accidentes nucleares en todo el mundo a lo largo de la Historia no supera los 20.000, prácticamente todos ellos a causa del accidente de Chernobil.
Comparen ustedes esos 800.000 muertos a causa del mayor terremoto de la Historia, o los 20.000 muertos en todos los accidentes nucleares que ha habido, con los 36 millones de muertos a causa de una política demencial decidida en un despacho por el Partido Comunista Chino e implantada manu militari.
¿La Naturaleza es destructiva? ¡Claro que sí! ¿La Técnica es peligrosa? ¡Por supuesto! Pero la Naturaleza y la Técnica son infinitamente menos destructivas y peligrosas que los gobernantes enloquecidos o que los políticos estúpidos que juegan a aprendices de brujo, aplicando técnicas de ingeniería social.
Así que permítanme que pida a nuestros políticos un poquito menos de populismo barato y un poquito más de seriedad. En Europa Occidental funcionan desde hace décadas más de cien centrales nucleares. Y jamás ha habido ningún accidente de importancia ni ha provocado ninguna de ellas ni un solo muerto.
Lo que debería darnos pánico a los ciudadanos, a la luz de las cifras históricas de muertos, no son ni la Naturaleza, ni la Técnica, sino las ideologías delirantes y los gestores irracionales. "
Luis Del Pino, Libertad Digital.