Compruebo con frecuencia, como la falsa religión, el paganismo, es una potente fábrica de mitos.
Y en este caso, el paganismo comunista o laicista, frecuentemente se disfraza de proyecto de regeneración frente al paganismo papista.
Lo visto estos días con la idolatría hacia Juan Pablo II es un contradiós difícilmente explicable: tanta liturgia antinatural, tanto culto a la personalidad, etc. hace hasta cierto punto lógico, que no pocos cristianos vean al Papa como el auténtico Anticristo.
Todo antinatural, sí, y mucho, pero junto a ello no debe olvidarse que el mensaje de Cristo fue alejarse también de actividades guerrilleras, promover una conducta de pureza, no meterse en luchas políticas, sino cambiar las costumbres individuales mediante la práctica de esa pureza que predicaba. Por eso la práctica del marxismo-leninismo de algunas iglesias y sectas se aparta radicalmente de este ideal de pureza. Y en la medida en que ha supuesto una de las peores servidumbres, en la medida en que ha causado un exterminio de proporciones descomunales, predicar eso no es ya predicar un paganismo contradictorio con las pautas de pureza del cristianismo, sino directamente erigirse en portavoces del diablo. Esos portavoces del diablo disfrazados de santos y a veces incluso, canonizados: esos son el auténtico ANTICRISTO.
Pero por poner un dato concreto: esta “Iglesia popular” fue un elemento decisivo en la revolución sandinista y en el advenimiento al poder de Daniel Ortega en 1979. Un régimen que por ejemplo, proporcionó a ETA arsenales y campos de entrenamiento. Y podría añadir muchos datos, pero todo se resume en una idea: que la protesta contra el paganismo papista es, en el caso de la “Iglesia popular” razonable y demagógica. Razonable porque el papismo tiene mucho de liturgia antinatural. Y demagógica porque lo que pretenden no es el retorno a las raíces, ni tampoco la erradicación del paganismo, sino utilizar esto para imponer una de las peores tiranías: el comunismo.