Bien, eso es lo lógico. Siento haberte interpretado como si fueras un discípulo de Gimbernat, alguien a quien antes admiraba y ahora detesto.
En realidad en Estados Unidos, en los casos que yo he visto en lo de los crímenes imperfectos el acusado confiesa y se le conmuta por la perpetua. Por ello, la pena de muerte como táctica de negociación, sí que lo veo bien y en ocasiones, veo bien que se aplique.
Pero lo peor de todo, es que los legisladores son gentes que van a todas partes con centenares de escoltas y, al no estar en contacto con la gente, ni darse publicidad a los casos de niñas violadas y asesinadas brutalmente y estar tutelados por bandas criminales por las que tienen que velar, hacen las leyes que hacen. Cuando violan a una niña y la asesinan, puede decirse que han violado y asesinado a mi gente, a gente como nosotros: del pueblo. Ese grito de solidaridad, ese "mi gente" no se lo he oído decir ni a políticos, ni a catedráticos. Por eso hacen las leyes y los manuales pensando en "su gente" (delincuentes y criminales de sus élites, que los dirigen) y nos intentan convecer de que es "nuestra gente". Por eso el centro de las leyes penales es "su gente" y no "nuestra gente". Lo que subyace en esta polémica doctrinal, técnica o forense, es una guerra de "su gente" contra "nuestra gente". Éste es el gran asunto del derecho penal, no son debates intranscendentes de salón. Eso es lo que quiero decir.