Lo que hay es un exceso de sector público, que hay que reducir, como por ejemplo los liberados sindicales.
Es un impuesto claramente confiscatorio, que lo único que hace es mermar las rentas de los mileuristas, al exigirles por el sólo hecho de ser propietarios, un alquiler para que luego el Estado se lo gaste en estúpidas transferencias, en liberados sindicales o en subvencionar el cine o a los gamberros que luego agreden a los peregrinos.
Por supuesto que estoy en contra de impuestos que son innecesarios, y que además, complican la vida de los más pobres. Si el concepto es el de progresividad, que se graven las rentas realmente pudientes, (siempre respetando el límite de la no confiscatoriedad) pero que no se utilicen los pisos como vaca lechera para dar a sus paniaguados.
Un análisis el sindicalista, absoluta e interesadamente rudimentario, ya que describe una sociedad que sólo ha existido en los libros de Marx, pero que no existió ni siquiera en la época en la que las fuerzas de Alfonso VI tomaban Toledo.
E interesadamente rudimentario, porque por esta vía se está creando una aristocracia del sector público, que vive de lujo y no tiene gasto alguno, a costa de los ciudadanos y principalmente de los propietarios de inmuebles.