Estar con Europa, o sin Europa no significa nada.
Europa es como un bar, y el bar es la persona que lo lleva. Y de unos a otros, cambia la cosa como de la noche al día.
No hay que estar ni a favor del bar Pepe, ni en contra del bar Pepe, sino a favor o en contra del que lleva el bar Pepe. A día de hoy, Europa es una basura. No por ser Europa, sino por las personas que llevan Europa. No hay nada irreversible: la política es voluntad, acciones, hechos, omisiones, etc. Hemos confiado en una gente que creíamos que era la suma de sociedades civilizadas y democráticas, y en realidad lo que son es el caballo de Troya de la democracia, los aliados del terrorismo palestino de los niños bomba, los que han promovido las revueltas árabes cuyo resultado es un baño de sangre para los coptos, a manos de las tribus musulmanas subdesarrolladas. Y son la misma gente que, está promoviendo el que los demócratas europeos, acabemos como los coptos, devorados por el lobo musulmán.
Ésta es la razón de mi no a Europa, que es el no a Europa de quien defiende una sociedad liberal, democrática y civilizada. Saber no lo que es sí y lo que es no, sino el por qué de ese sí o de ese no.
He expresado los motivos políticos, pero ahora voy con los económicos, incluso desde posiciones no exactamente liberales, sino aquí en este caso, mitad liberales y mitad socialdemócratas. Vamos a ver: yo sostengo que es bueno que exista una sanidad pública fuerte, sí, pero donde el sector público cumpla su parte del contrato. No una sanidad pública, donde paguemos una millonada por algo que va teóricamente a los hospitales, pero que en la práctica es como si nos lo gastáramos en el bingo, por un desvío absolutamente criminal e inmisericorde de las arcas públicas. Un desvío que hace que las farmacéuticas trabajen gratis y que se planteen el retirar las medicinas, porque el sector público no cumple su parte del contrato. Un destrozo criminal de las arcas públicas que responde a una concepción gansteril de la política.
La misma concepción que les lleva a prometer a los terroristas la impunidad, para que éstos con un comunicado les den un puñado de votos. Pues esta concepción gansteril de la política, esta concepción claudicante y chamberlaniana (la misma que le dio tantas ventajas a Hitler y ahora se las da a los que han masacrado impunemente a los coptos) se ha generalizado en Europa. Esta concepción criminal es la que económicamente se traduce en un vacío generalizado y criminal de las arcas públicas. Por eso entre otras cosas, el mismo tipo de crisis que atraviesa España la atraviesa Europa.
Pero no es casual, es la crisis de un concepto de hacer política, es la crisis de un derroche criminal de las arcas públicas, de un intervencionismo excesivo, de tanta reglamentación, de tanta burocracia, de tantas trabas, de que no existe un banquero profesional, sino que todos son amigos de los políticos, de que la banca está intervenida por el sector público a cuyos derrochadores manirrotos los bancos perdonan los créditos. Eso sumado al derroche impuesto desde arriba, por el cual hay que rescatar a gestores que han hecho mal las cosas. Y hay que sufragar una deuda pública de gente que ha malgastado nuestro dinero y lo ha robado a manos llenas.
Pero la política no es sí o no a piñón fijo. Es sobre todo cuándo, cómo y por qué.