Decisión basada en la razón y en la lógica de que las cárceles no pueden, ni deben, ser hoteles de cinco estrellas, tampoco antros tercermundistas, antes de que se me tiren a la yugular. No pueden serlo ni por cuestiones de política penitenciaria, ni por supuesto, por la cosa monetaria que nos trae de cabeza en los últimos tiempos.
Me alegro de que haya alguien en el gobierno con dos dedos de luces.
Saludos