(Dedicado a Pakito).
Estimado Pakito:
Gracias por servirme de inspiración.
Hoy no hablaré de conspiraciones planificadas, sino casuales, no de lo que se busca, sino de lo que se encuentra. Dijiste el otro día “devolver al Estado educación y sanidad.” Era un debate digamos autonómico. Desde entonces no dejé de inspirarme, no dejé de tener ocurrencias y pensé: “les pides que dejen el control sobre el cuerpo y la mente: ¡casi nada!”
Ahora bien, piensa Pakito, tú que tomas cafetito, que la gente sigue un estilo de vida poco saludable. Que la educación pública se ha degradado mucho y que España no va precisamente muy bien. Si me hubiera levantado conspiracionista, habría dicho: “ya está. El poder público envenena el cuerpo mediante la pseudosanidad, la mente mediante el lavado de cerebro y con ello, la nación.” Y eso que queda muy convincente, pero no es verdad porque si hicieran eso, serían unos genios y son unos mediocres. Y luego aparte, supondría admitir que la gente sigue unos hábitos de vida poco saludables, porque la oficialidad lo impone. Y no es así, ciertamente que induce a ello. Ciertamente que la educación pública es la que es, pero fuera de eso y fuera de los medios, hay libros donde la gente puede aprender que hay vida fuera de la oficialidad. Ciertamente que la medicina actual incide sobre los síntomas, pero no así sobre las causas de las enfermedades, como el hábito de vida o los pseudoalimentos.
Pero la gente puede tomar otros alimentos más sanos y quizá, aunque la conspiración de destrozar el cuerpo, la mente y la nación no sea cierta en un sentido: lo es en el otro sentido: el de las soluciones: y si cada español sana su cuerpo, y sana su mente, sanará su país. Y lo hará porque de un lado quedará resquebrajada la oficialidad tóxica y de otro, tendrá la energía que a día de hoy no tiene, porque sus hábitos de vida tóxicos: los pseudoalimentos y las pseudoverdades mediáticas, o de la doctrina educativa, les estropean el cuerpo y les impiden pensar con claridad. Y por eso salen monstruos que son celebrados como héroes, como Zapatero, Rubalcaba, Rajoy, etc.
Por ello quizá la solución no sea sólo transferir al Estado la competencia sobre nuestro cuerpo y nuestra mente, sino recuperar todos y cada uno de nosotros, el control sobre nuestro cuerpo y nuestra mente, algo que nunca debimos delegar y, cuya delegación trajo como consecuencia el suicidio de la civilización, las malas costumbres y finalmente esa trinidad tóxica no expresamente buscada, pero sí desgraciadamente encontrada de destruir el cuerpo, destruir la mente de todos y cada uno de los españoles, y con ello, destrozar España. Así que PARA ESO SIRVEN LAS AUTONOMÍAS.