Copio y pego:
La España más cansada, la arruinada, la devastada habrá mirado con ojos heroicos la entrada en un par de grandes superficies del diputado Sánchez Gordillo y su caterva, segura como estoy que más de una vez al mes, sobre todo cuando se acerca el 30 y no tienes que poner sobre la mesa, uno ha soñado con hacer algo parecido. Los políticos se han llevado las manos a la cabeza y ninguno ha reparado en, a mi entender, lo básico: la señal de alarma que el hecho aporta.
Al margen de lo que está bien hecho y lo que no, lo cierto es que, posiblemente, el alcalde de Marinaleda pasa por ser el único político que parece tener los pies en la tierra. No roba para él, quien podía estar muy cómodo en la poltrona que su pueblo le adjudicó al principio de la democracia y aún no le ha quitado; lo ha hecho con luz y taquígrafos, sin esconderse; ha conseguido que la gerencia de uno de los supermercados se alíe con su causa…¿cuál es el problema? Cierto es que yo no estoy a favor de la violencia y que la ejecución del acto de llevarse cosas sin pagar te obliga a cierto ejercicio de la fuerza.
Pero, al margen de eso, no saben cómo entiendo el “saqueo” llevado a cabo. Desconozco si yo hubiera sido capaz de hacerlo, pero veo como cada mes familias sufren y lloran sumergidos en la miseria, incapaces de encontrar respiro; asisto a gobiernos inútiles para solucionar las desgracias de sus ciudadanos y entiendo a este Robin Hood del siglo XXI que no se corta un pelo. Ni para oponerse a una coalición con el PSOE para obtener el gobierno andaluz, ni para alistarse en las listas de los más desfavorecidos, a quien ya apoyó años ha con aquel asunto tan turbio de la “peonadas”.
Pero, que quieren que les diga: Gordillo resulta ser el único político a día de hoy que me reconcilia con esa clase, llamada política, que pone en pie campañas para seducirnos y, conseguido el voto, abandonarnos a nuestra, mala, suerte, para mirarse el ombligo y cuidar únicamente de sus cuentas corrientes. Es este un diputado poético, atrevido, utópico y valiente. No me extraña que quienes dependen de él no lo suelten como líder, con lo bueno y con lo malo, que más de una vez le hubiera dado yo con un botijo en la boca.
A lo que vamos, lo ocurrido no es si no una clara señal de alarma de cómo está la calle, de la desconfianza absoluta en los que rigen y en los que se oponen, y eso es lo que se deberían hacerse mirar los unos y los otros. En vez de clamar por lo que se atiene a la ley o no se atiene a la ley mientras no arreglan nada de nada. La constitución lo deja bien claro cuando defiende nuestro derecho al pan, a la vivienda, a la salud y a la educación, que no es si no la manera formal de defender los derechos de cualquier ser humano.
Así que que levante la mano el que alguna vez no pensó que hacerse por la cara con artículos de primera necesidad en un hiper no terminaría con parte de sus pesadillas. Si alguien diera señales de poder arreglar este país, estas cosas no ocurrirían. Han dado ya el pistoletazo de salida, a ver cómo sigue la cosa…