Ojalá fuera lo de la gripe A, es que se persigue a todo aquel que encuentra por ejemplo un remedio contra la malaria. A esos, las autoridades y la nueva inquisición que son los laboratorios, los persiguen implacablemente. Siempre se va contra el progreso. Y siempre es por lo mismo: el monopolista, sea de una religión o secta, sea de un imperio mediático, o de un laboratorio farmacéutico, impide la competencia mediante la fuerza bruta. O sea, mediante la ayuda del Estado. Ya se sabe la trinidad diabólica que impide el progreso: socialismo, monopolio y poder. Y dentro del socialismo, incluyo también a los conservadores. Así que las farmacéuticas en África, por ejemplo, no sólo cobran a precio de oro sus propios medicamentos, por regla general ineficaces y perjudiciales, sino que además impiden que otros que sí tienen remedios eficaces, puedan vender o regalar esos remedios. Y cooperan con el poder, para encarcelar y si es preciso matar al que tiene esos remedios eficaces. Entre Estados y monopolios, (socialistas, comunistas, conservadores, fascistas, no importa ya la etiqueta, del tercer mundo, del primero, etc. están perpetrando un genocidio descomunal, sólo para salvaguardar unos billonarios beneficios. Éste es el resultado del intervencionismo sanitario.
La oficialidad siempre ha sido contraria al progreso, siempre: en todas las épocas, con todos los gobiernos y de todos los colores posibles. Tienen otros intereses que no son precisamente el progreso de la humanidad.