El Macias.
La verdad es que has tocado una tecla bastante decisiva.
Comparto esta opinión en parte. Pero la cosa se complica bastante y hay que ver las cosas caso por caso, distinguiendo accidente y sustancia.
No comparto por ejemplo, lo de que la historia de España haya sido ese desastre que le atribuye la leyenda negra, que sería la prueba de la incapacidad de los españoles para hacer las cosas bien y organizarse de manera eficaz, solvente, etc. No comparto el que los españoles seamos una raza maldita, que esté incapacitada para hacer las cosas bien. Por el contrario, sostengo que España ha hecho algunas cosas bien y otras mal, que la grandeza no está ni en los genes, ni en la riqueza, ni en el lugar de nacimiento, sino en las obras. Afirmo que todos podemos caer y levantarnos, que el que hoy hace bien las cosas, mañana las puede hacer malas y viceversa.
Y de las cosas malas que nos pasan, es obvio que aborrezco que nos pasen, los errores, los delitos, si acaso las personas que los cometen, pero no así en modo alguno, el hecho de ser español.
Ahora bien, si decimos: “pues España es el único país donde los niños no pueden estudiar en la lengua oficial que es el español”, ahí tengo que decir que eso es verdad y que es vergonzoso, si decimos: “pues España es uno de los pocos países civilizados que permiten que el partido terrorista que es ETA, se presente a las elecciones”, pues tengo que decir lo mismo: que es verdad y que es una vergüenza. Y lo mismo puedo decir de las pitadas al himno, de cómo España se deja pisotear o se baja los pantalones ante Europa, de la quema de banderas españoles, de cómo los partidos en el poder pactan impunemente con el enemigo terrorista y separatista en pleno desafío secesionista, etc.
Pero no digo como Ortega que el problema es España, digo que la solución es España, y que el problema es que tenemos que ser cualquier cosa, menos aquello que nos gusta ser, españoles. El problema es que nos dejamos llevar precisamente, hacia aquello que nos perjudica y nos causa mal. Y que en vez de pusilanimidad, deberíamos hacer acoplo de fortaleza y resistencia y hacernos valer. Y aceptar de los extranjeros, aquello que consideremos que pueda ser válido y lo que no, pues mandarlo a paseo.