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LoginVerstrynge, la crisis y la solución fascistaEl actual guía indignado de dilatada trayectoria, firme en principios desde siempre y flexible en la táctica coyuntural, nos propuso al inicio de la crisis esta receta para aliviar sus efectos:
“Devolución a sus países de origen de todos aquellos inmigrantes de origen extraeuropeo, e incitación al retorno de aquellos inmigrantes de origen extraeuropeo en paro. Es decir, “preferencia europea” en materia de empleo.” - El Viejo Topo, enero 2009 núm. 253
Por si había duda de su nacionalismo paneuropeo, la propia introducción que hace la revista a su texto dice: “Verstrynge sugiere aquí una serie de medidas concretas para evitar que la crisis se cebe inexorablemente en los europeos, en general, y en las clases más desfavorecidas, en particular, y plantea la desconexión del modelo anglosajón y el retorno a un cierto proteccionismo.”
Esto cuadra perfectamente con lo que ha sido siempre Jorge Verstrynge, un neo-fascista europeo, entendiendo por ese término no al ramplón skinhead o mitómano hitleriano, sino aquellos continuadores de los principios fascistas una vez acabada la Segunda Carnicería Mundial. Estos continuadores habían comprendido la esencia del fascismo y no fueron adoradores de símbolos o nombres, e incluso superaron el nacionalismo regional para instalarse en un nacionalismo europeo que caracterizará al fascismo del viejo continente desde la postguerra hasta hoy. Por no añorar no añoran ni el propio nombre de fascismo, que generalmente no lo usan, pero no por una cuestión de marketing negativo. En su mayoría o en buena parte los miembros de este neo-fascismo no provenían ni de lo que podemos llamar hitlerismo ni tampoco estrictamente del partido fascista mussoliniano, sino de lo que se vino en llamar nacional-bolchevismo (e incluso del socialismo) o del nacionalismo-revolucionario, por lo que el propio término fascista no era el más natural en ellos.
Si bien este identitarismo europeo viene de atrás en el tiempo, es tras la Segunda Guerra Mundial cuando se hacen intentos organizativos. Uno de los primeros promotores sería un norteamericano afincado en Reino Unido, Francis Parker Yockey, que en 1949 organizó el primer “Frente Europeo de Liberación”. Después lo intentaría un nacionalsocialista de izquierda, Otto Strasser, que intentó lanzar el “Movimiento Popular Europeo”, y que influirá en el belga Jean Thiriart.
Esta tercera pieza, Thiriart, quizá sea la más importante para comprender todo este devenir del fascismo europeo, sobre todo si atendemos a su influencia no sólo indirecta sino directa tanto en el espacio como en el tiempo. Thiriart crea a principios de los 60 Jeune Europe (Joven Europa), una organización nacionalista europea con la que pretendía no ya unificar teóricamente a los nacionalistas europeos sino dotarlos de una estructura formal para encarar incluso un futuro combate militar contra el imperialismo, principalmente el estadounidense, que por aquel entonces incluso todavía era una potencia ocupante en Europa. Creó las “Brigadas Europeas” para ayudar a los palestinos contra el imperialismo israelí, y alguno murió allí. En el proyecto se quedaron dos grandes cuestiones sin concluir, primero un gran sindicato europeo, y después el “Ejército Europeo de Liberación”, la gran organización militar de la resistencia europea anti-imperialista. La influencia de Joven Europa, si bien duró poco en el tiempo, se esparció por toda Europa dejando su impronta en casi todos los países en multitud de organizaciones. Bajo su influencia nace en España, por ejemplo, CEDADE, y más adelante en el tiempo Alternativa Europea, que actualmente se llama MSR. En 1969 se disuelve Joven Europa y en Italia muchos de sus miembros pasan directamente a las Brigadas Rojas, organización que junto a la banda Baader-Meinhof recoge y acoge ese nacionalismo europeo anti-imperialista. Su influencia se extiende al otro lado del Atlántico, donde seguidores de Thiriart acaban en las filas de los Montoneros o del ERP.
Esta herencia paneuropeista también llega a lo que se vino en llamar Nouvelle Droite (Nueva Derecha) francesa, movimiento que a diferencia del anterior no se considera revolucionario, y coloca su esfera de actuación en el ámbito cultural, para lo cual se sirven de Gramsci y sus teorías sobre la lucha cultural y la hegemonía. Es aquí donde entra en escena Verstrynge pues es de esta Nueva Derecha de donde él proviene (hay que recordar que sólo es español de ciudadanía, compartida con la francesa, pues nació en Tánger y su educación es totalmente “afrancesada”). Ciertamente esta corriente nunca se definió ni se llamó a sí misma como fascista, hay que tener eso en cuenta cuando Verstrynge dice, sin mentir a su manera, que nunca fue fascista. Y sólo es verdad en ese sentido. Pero lo importante no es lo que uno mismo se llame, sino lo que sea, y de igual manera, tampoco lo importante no es lo que uno no se llame a sí mismo. Es decir, tomándole la palabra podemos decir que Verstrynge no es fascista porque es tan conservador que no tendría sitio en las filas nacional-revolucionarias, sería expulsado por ser eso, un simple conservador, con ínfulas de héroe cultural.
Desde esa Nueva Derecha en los años 70 hasta hoy Verstrynge no ha cambiado en absoluto, lo único que ha cambiado es el lugar en el que ha buscado eco y aliados para sus ideas. Es a esta Nueva Derecha a la que quiso dirigir al PP en los 80, entonces todavía AP. Después no es que él se fuera haciendo de izquierdas, es que es en la izquierda donde esas ideas básicas del fascismo han venido encontrando eco (ya desde tiempos del movimiento anti-globalización a finales de los 90), hasta llegar, en los últimos tiempos, al movimiento de los indignados, donde triunfan sus ideas, que nunca han cambiado. Ha sido fervorosamente acogido en el seno de este movimiento de protesta de las clases acomodadas ante el temor (y en algunos casos, la realidad consumada) de la pérdida de su status social. Al fin y al cabo, Verstrynge es un humilde multipropietario especulador inmobiliario víctima de la crisis y de las finanzas internacionales…