Decir que más de 150 de los gallegos que participaron en la Marcha de la Dignidad eran miembros de Resistencia Gallega es, por encima de todo, un cuento perverso, cierto, pero un cuento. Es otra demostración del periodismo que hacen los responsables de algunos medios, dedicados a enfrentar pueblos en beneficio de un concepto de las Españas que no tiene futuro y que, por encima, está rompiendo con la convivencia y con el mosaico.