El submarino S-80
¿Qué es y para que sirve? En teoría, el primero de cuatro sumergibles de última generación y de construcción enteramente nacional. El S-80, se supone, metería a España en el grupo de países capaz de producir submarino convencionales (y, como repite el gobierno, por lo tanto exportarlos, para que las compañías de los amiguetes se forren, que es lo que de verdad se trata esto).
¿Cuál es el problema? Pues que es demasiado complejo y esto es España: El primero tiene exceso de peso (un pequeño error de cálculo, ya ven, NO FLOTA) y hay que rediseñarlo. Más grave todavía, el sistema de generación de oxígeno –algo considerado imprescindible- ha sido un fracaso. Y como los submarinos anteriores se quedan obsoletos en breve, llegan las prisas y los nervios.
¿Por qué no nos lo podemos permitir? Fundamentalmente, porque no nos sirven para nada. Aparte de que cuestan, por unidad, más de 500 millones de euros (el equivalente a dos hospitales de referencia), nuestro país no tiene amenazas o intereses estratégicos que justifiquen sumergibles de este tipo, pero ya saben: hay que tenerlos por cuestión de prestigio y, sobre todo, de transvase de dinero público a manos privadas.