La práctica de un aborto pone la conciencia ante sus propios límites.
Es preciso que varias personas los traspasen, y que lo hagan al mismo tiempo, para llevarlo a cabo. No es fácil que todas las personas que son necesarias para realizar un aborto crucen ese umbral.
El Gobierno lo sabe. Sabe que sólo interviniendo en lo más íntimo de la conciencia, ordenándola, forzándola, conseguirá que la cadena del aborto funcione como una máquina perfecta.
Si falla un eslabón, no hay aborto:
* Si el médico se niega a colaborar, no hay aborto.
* Si el administrativo del centro de salud no tramita el expediente, no hay aborto.
* Si el enfermero o enfermera no participan, no hay aborto.
La cadena que conduce a la muerte violenta de un ser humano y al daño a la salud de la madre es muy frágil porque la conciencia del bien suele ser, en la inmensa mayoría de los casos, mucho más fuerte.
Por eso, la objeción de los profesionales sanitarios al aborto es uno de los derechos atacados con mayor rigor y desprecio en la nueva ley del aborto.
El Gobierno sabe que el 99 por ciento de los médicos son objetores. Sólo mediante la coacción legal y un giro en los planes de estudio de Medicina para introducir el adoctrinamiento y las técnicas abortistas, es posible imponer el aborto en la sociedad.
Algunos presidentes y portavoces de Colegios Médicos de España están empezando a rebelarse contra este ataque a la libertad de conciencia. En los últimos días, lo han hecho el presidente del Colegio de Médicos de Sevilla y el de Toledo. Necesitamos más. Queremos más organizaciones colegiales defendiendo la autonomía moral frente a la injerencia del Gobierno en la conciencia.
Por eso, hemos activado una alerta cívica para pedir a los presidentes de Colegios Médicos y a la Organización Médica Colegial de España que se pronuncien públicamente, mediante una declaración formal, por el derecho a la vida y la libertad de conciencia.
