Artículo publicado en EXPANSION.COM el 02/11/2007, por Ana Martínez. Madrid
"La crisis de Chad daña la credibilidad de la adopción internacional"
A las dificultades crecientes con las que se encuentran las familias que optan por la adopción internacional se une ahora la mala imagen provocada por hechos como el de Chad, que empañan un proceso habitualmente legal.
Un dudoso plan humanitario, el de la ONG francesa El Arca de Zoé, en Chad, para “salvar del hambre” a 103 niños, está salpicando la imagen del sistema de adopción internacional.
Las organizaciones infantiles aseguran que se trata de un caso aislado, pero el daño ya está hecho: “Aunque lo ocurrido en Chad no va a provocar, en principio, que los países restrinjan sus leyes de adopción, ya se ha creado una mala imagen internacional de las familias adoptantes, y es indignante, sobre todo porque lo ocurrido en Chad no tiene nada que ver”, asegura Benedicto García, presidente de la Sociedad Española para el Desarrollo de la Adopción (SEDA).
Incluso la propia responsabilidad de las familias ha sido cuestionada. García explica que “parece que las familias queremos adoptar a toda costa, cuando realmente somos las más conscientes de la ilegalidad de este tipo de hechos y de la importancia de echarse atrás cuando en un país no se dan las garantías de adoptabilidad necesarias. Aunque esto perjudique a algunas familias que se encuentran ya en pleno proceso”.
Como a Julia, que después de más de un año de trámites burocráticos para adoptar una niña china le cambiaron los planes: “Soy soltera y hasta entonces eso no había sido ningún problema para adoptar en China. Pero de repente el gobierno chino cambió las normas y lo prohibió.
Así que me decidí por adoptar en Etiopía, que acababa de firmar un acuerdo con el gobierno español. Pero se alargó todo más de seis meses”, explica. En cualquier caso, “no me importa. Lo que realmente te preocupa cuando adoptas es que te garanticen que todo es legal”.
En España se realizan 6.000 adopciones internacionales al año (12,3 por cada 100.000 habitantes, la tasa más alta del mundo), según SEDA. En total, los procesos internacionales suponen el 80% de todas las adopciones que se realizan cada año, frente al 20% de las nacionales, que no llegan al millar de casos.
Hasta ahora, China, Rusia, Ucrania, Colombia y Etiopía eran los principales países de adopción, aunque, según la secretaria de Estado de Servicios Sociales, Familias y Discapacidad, Amparo Valcarce, “se está experimentando un cambio de tendencia respecto a las adopciones en Europa del Este, que descienden debido a la mejora de las condiciones de vida en estos países y el menor abandono de niños”.
Lo ocurrido en Chad también ha evidenciado las repercusiones políticas de la adopción internacional. Pepa Horno, responsable de los programas de violencia contra la infancia de Save the Children, explica que “en ocasiones, estos países tienen la sensación de que no son capaces de proteger a los niños de su propio país, y se sienten indefensos e impotentes por su propio futuro. Por eso se ven en la obligación de ser muy estrictos en los procesos de adopción”.
Sin embargo, la impaciencia y la falta de información de muchas familias pueden tener consecuencias muy graves. Tráfico de órganos y pederastia son algunas de las miserias que se encuentran, en algunos casos, detrás de la adopción ilegal.
Pepa Horno asegura que “para llegar a la adopción ilegal internacional ha tenido que haber previamente una trata de niños. Se produce una compra-venta del menor, y se le priva de todos sus derechos. Desde el momento en que se están vulnerando los derechos del niño, como en el caso de Chad, se está participando en esta trata”.
Las buenas intenciones no justifican saltarse la legislación, porque “deja a los menores totalmente al margen de la ley, desprotegidos, y eso les hace más vulnerables frente a la explotación laboral, sexual o al tráfico de órganos”.