La corrupción, o mejor, supuesta corrupción es grave, como lo es la posible parcialidad en la instrucción de la causa por el Juez Garzón. De todos es conocido que ha mjuerto la famosa teoría del Barón de Montesquieu, siendo sustituida por la llamada de forma eufemística "colaboración de poderes", lo malo es que en nestro bendito país esa colaboración se ha convertido en cierta medida en un compadreo entre poderes, y lo es desde el mismo momento en que el poder legislativo interviene de forma descarada en la composición del órgano de gobierno de los Juzgados y Tribunales o en el nombramiento de los magistrados del TC.
El que uno de los tres poderes del Estado no actúe, al menos en apariencia, con imparcialidad merma la escasa confianza que tenemos en las instituciones, y eso es grave, muy grave, tanto o más que los supuestos hechos que se investigan, porque la justicia parcial no es justicia.
Y se sospecha de esa parcialidad, y digo sólo sospecha, no afirmo categóricamente como hacen otros con respecto a unos hechos que todavía están por demostrar, por la forma como se están llevando las actuaciones, filtrando a la prensa la información justa en el momento adecuado, insinuando que hay algún parlamentario implicado, pero sin dar nombres, lo cual nos lleva a pensar en si Garzón a la vista de tales descubrimientos no debería remitir las actuaciones al TSJ competente a causa del aforamiento de dicha persona, tal y como obligan las normas procesales. Por supuesto sin olvidar las "reuniones cinegéticas" mantenidas con miembros del gobierno y demás.
Evidentemente todo hay que demostrarlo Drop, y hasta el momento los únicos chorizos condenados por corrupción están en otro bando. Punto.