Es claro que, en tiempos de turbulencias, sectores de la ciudadanía y del periodismo (dicho sea con todas las precauciones que conlleva semejante término), buscan un chivo expiatorio.
Dicho de otro modo: cuando el mal es de todos, se pretende que, políticamente pague un señor, con tal de mantener el modelo corrupto con otros apellidos y con otras siglas.
Esto pasaba con el Conde de Romanones, que era un cacique de cojones. (Y perdonad mi decadéncia poética, pues he tenido mejores momentos). Ganaban unos, ganaban otros, pero Romanones con trampas se lo llevaba crudo, ganara quien ganara, ganaba Romanones.
Pues bien, ahora los Romanones tienen pistolas y bombas, ETA, Terra Lliure, el gamberrismo juvenil en las escuelas, piquetes en Galicia, etc. Y ahora los Romanones de turno, son además, gangsters, gente que aprovecha el terrorismo para ganar posiciones y, ahora los Romanones reciben subvenciones.
Y lo peor es que los Romanones quitan y ponen presidentes. El espectro de la "romanonesmanía" es muy amplio, Pujol, Otegi, De Juana Chaos, etc.
Pues bien, hay gentes que pretenden que Zapatero se vaya, para que parezca que algo cambia, pero que siga la "romanomanesmanía" cortando el bacalao.
Es cierto que Zapatero no ha movido un dedo para cambiar esto, sino que es responsable de que esto haya ido claramente a peor, pero lo que planteo es lo siguiente: echar a Zapatero o que siga Zapatero, no pueden ser un fin en sí mismos, sino que debe ser un medio para remover la podredumbre, las estructuras obsoletas, etc. Si es para mantener esta porquería con otros apellidos, me opongo. Si es para remover obstáculos que impiden el progreso efectivo de la sociedad, entonces adelante. Esto es lo que pienso que debe hacerse. ¡Digo yo!