Yo también estoy con eso de que no se subvencione nada, pero nada vaya; NADA digo. En lo que es "intrinsecamente bueno" (a juzgar por el paisano medio, claro; perdón, por el paisano/a) no sería necesario; p.e., lucha contra el cancer, sida, etc, cuando hubiera una celebración benéfica de cualquier tipo ya seríamos los particulares los que colaboráramos; y si no colaborábamos es que igual no merecíamos mucho como sociedad. Así, sería la propia comunidad (peligroso sustantivo) quien decidiera aquellos motivos de celebración o aquellas causas que le interesaran y no los coyunturales representantes de los mismos (a veces pareciera que a perpetuidad).
De todas formas tampoco me escandaliza mucho todo esto que se subvenciona, debe ser la costumbre. No haré la comparación con nada hetero, pues alguien lo ha prohibido por ahí arriba con lo de no haber estado nunca oprimidos y eso (lo que además es cierto en la abrumadora mayoría de los aspectos); tendré que hacerla con la Iglesia patria (que ésta, comparación digo, parece autorizada y reomendada incluso oiga).
Si lo que mi Ayuntamiento subvenciona generosamente es una procesión de Semana Sta, con su cofradía y esas cosas y van por las calles y rezan y cantan pues bien (po fueno, po fale, po malegro). Yo no lo subvencionaría, pero cosas peores financiarán. Si lo que mi Ayuntamiento subvenciona generosamente en un desfile del Orgullo Gay, con sus coloridos y esas cosas y cantan y bailan pues bien (po fale, po fueno, po malegro). Yo no lo subvencionaría, pero cosas peores financiarán.
Ahora bien, si lo que subvenciona la corporación en el desfile de Semana Sta incluye a un par de tíos flagelándose y dejándose los lomos en carne viva así en público (si se hace, que no lo sé) o si la honorable corporación subvenciona un desfile del Orgullo Gay donde un par de tíos me enseñan el color de sus gónadas externas mientras las frotan con "el contiguo" (si se hace, que no lo sé); entonces ya no me parecerá tan bien, porque yo quiero llevar a mis niñas tranquilmente por la calle sin que tengan que ser espectadoras involuntarias ni de flagelaciones ni de exhibiciones. Quién se quiera flagelar y quien quiera llevar ventiladas sus gonadas hasta la colisión corporal, por todas las deidades imaginables que lo haga, que lo haga mucho y lo haga a gusto, pero que, por favor no lo haga delante de mi familia ni con mis impuestos; y si lo hace tendré todo el derecho (aunque no sirva para mucho) a ciscarme en las muelas tanto de ellos como de quien los financia; y esto poco tiene que ver con lo que uno cree o no ni con lo que a uno le pone o no.
Y ahora Batallines y lucky (no lo hagáis en casa, ni fuera) en la terraza (bueno, en el tendedero).
Hasta pronto.