Os hago un recorte de un artículo de Francesc de Carreras, catedrático de Derecho Constitucional de la UAB, de hace unos años:
¿Cuáles son las principales críticas a la monarquía? Una primera, la más demagógica, es que se trata de una institución económicamente muy costosa para el erario público, es decir, para el bolsillo de los ciudadanos. También es la crítica más fácilmente desmontable: basta con acudir a los presupuestos generales del Estado y ver que, exactamente, es la institución más barata, con mucha diferencia. Concretémoslo en el proyecto de presupuestos para el año próximo que se está tramitando en el Congreso: a la Casa del Rey se destinan 8,66 millones de euros; al Ministerio de la Presidencia, 358,33 millones; a las Cortes Generales, 232,53 millones; al Tribunal Constitucional, 26,27 millones; al Consejo General del Poder Judicial, 72,86 millones; al Consejo de Estado, 11,75 millones; al Tribunal de Cuentas, 57,16 millones. Los números hablan por sí solos. ¿Es una institución cara?
La otra crítica tiene más calado pero, a mi modo de ver, es el producto de una confusión. La crítica se suele formular así: “Yo soy un demócrata y, por tanto, un republicano: la monarquía nunca puede ser democrática”. Primera objeción: ni todas las repúblicas son democráticas, ni todas las monarquías, antidemocráticas, ello es evidente si echamos una mirada al mundo. Incluso algunas de las sociedades más igualitarias del mundo son monarquías parlamentarias: es el caso de Dinamarca, Holanda, Suecia y Noruega. Y no hace falta añadir, porque las tenemos in mente, una larga lista de monarquías y repúblicas que son todo lo contrario de una democracia. Luego la equivalencia entre democracia y república es confusa.
Hoy la contradicción no está, ni puede estar, entre monarquía y república, sino entre democracia y dictadura. Desde este punto de vista, la crítica a la monarquía no tiene fundamento. Sólo la tendría si el Rey dejara de cumplir con sus obligaciones constitucionales, intentara tener influencia allí donde no tiene poder, es decir, si por canales indebidos abusara de su condición de jefe del Estado. En ocasiones, algunos se lo han pedido. El Rey, afortunadamente, nunca ha caído en esta tentación.
Como vemos son múltiples las tesis a favor de la Monarquía, es una institución muy valorada por la opinión pública, por el Gobierno y las Instituciones, y en general nuestro Rey Don Juan Carlos es ampliamente respaldado no sólo en España sino también en el extranjero.
En contra también existen múltiples interrogantes, por ejemplo, ahora en tiempos de crisis ¿es lógico costear una institución de 8.96 millones de euros? ¿Es totalmente necesario en España un Rey o una Monarquía? ¿Os parece evidente la falta de cultura o de nivel intelectual de nuestro Rey? ¿Os parece democrático que el cargo de Jefe del Estado sea vitalicio y hereditario? ¿Os parece que nuestro Rey es alguien que luchó por la democracia? ¿Entonces por qué juró lealtad a Franco y a sus leyes? ¿Fue nuestro Rey educado por las academias militares franquistas e impuesto por Franco? ¿Es contrario a la democracia y a la igualdad que un Rey no responda de sus actos ante ningún Tribunal? ¿Qué sentido tienen en el siglo XXI las monarquías? ¿Es la Constitución reformable? ¿Una Constitución de más de 30 años es útil para estos tiempos?
El debate sigue abierto.