Como habréis oído en la tele, o leido en los periódicos, la Conferencia Episcopal está muy molesta con el tema del aborto y ha dicho que los políticos que voten a favor están en riesgo de excomunión pública, y no podrían comulgar. Bono, el Presidente del Congreso, conocido católico, está muy molesto con la posición de la Iglesia.
Yo, ateo total, que en mis años mozos tuve que dar clase de Religión porque así eran las cosas antes en el paraíso franquista, pues filosóficamente me plantearía que el Estado es el Estado, la Iglesia la Iglesia, y que la lucha de las investiduras ya se dirimió en años muy lejanos, o sea, que hay que dar al César lo que es del César, etc etc., y que los políticos tienen derecho a votar lo que crean conveniente, y que luego la mujer que lo desee, en las condiciones que se fijen, puede abortar y caer en el pecado mortal que la Iglesia quiera. Vaya, que la gente tiene derecho a pecar.
Digo yo, que para está aquello del libre albedrío.
Pero no: la Iglesia no se ha enterado ni de lo que ella enseña.
Leo también en El País de hoy un artículo de Javier Pradera que hace referencia a un tal padre Félix Sardá i Salvany, y una obra suya llamada El liberalismo es pecado (1884).
Puf. Qué antigua era la gente.