Miedo me daba asomarme ante el tono que han tomado algunas intervenciones, a las que necesariamente tengo que aludir.
Yo creo Vella, que a día de hoy es bastante que nos enteremos de lo que pasa, que nos defendamos cuando nos ataquen, informar a cuanta más gente mejor y negar el voto a los hispanófobos, incluyendo en esta categoría a PSOE y PP.
De acuerdo que por ejemplo, al final, en Vasconia el cambio ha sido moderado, pero ha sido cambio. La gente ha resistido cuanto ha podido, el camino ha sido largo y penoso, pero ha habido gente muy valiosa y la sigue habiendo. Ahí está por ejemplo Nerea Alzola, Rosa Díez, etc. El hecho es que ahí la hispanofobia ha ido perdiendo terreno, la gente no ha podido más y el ejemplo de Emilio rompiendo el bar de etarras no podía ser más inequívoco. ¿Qué indica esto? Que cuando la gente está realmente harta, cuando la libertad empieza a faltar de manera apremiante, siempre se pone en su sitio a los liberticidas. No creo que los terroristas vascos sean más salvajes que los terroristas catalanes o gallegos, no creo tampoco que el valor cívico de los vascos honestos sea superior al de los catalanes honestos. Sencillamente en el caso vasco los terroristas han tenido más medios y por eso han sido más salvajes. Fruto de ello, la presión ha sido más agobiante y la reacción más enérgica. No quieras arreglarlo todo de una patada, porque al final la patada te la llevas tú. Son muchos y muy apremiantes los problemas, pero basta que empieze a arreglarse uno, para que se recupere terreno en muchos otros. No hablo tampoco de poner la otra mejilla: eso no funciona, ni ha funcionado nunca, lo que siempre ha sido eficaz es el ojo por ojo, estoy plenamente de acuerdo. Pero piensa que la sociedad de la información es una poderosa herramienta de divulgación, que todo eso influye. Ahora, tal vez no haya que esperar a que la situación se deteriore tanto, como en Vasconia, sino que bastará con muchísimo menos para mostrar una cierta fortaleza y una cierta determinación, para plantarnos y torcer el brazo a los hispanófobos.
Sin duda el futuro son los partidos políticamente incorrectos, que son por supuesto, preferibles a toda esta basura hispanófoba del PPSOE. Pero también estos partidos políticamente incorrectos deberán corregirse: una hispanidad por ejemplo francófoba, anglófoba, germanófoba o judeófoba no es el camino: hispanidad sí, por supuesto, pero reformada: islamofobia por supuesto, pero no así xenofobia. Debemos ir contra todo movimiento liberticida, contra todo movimiento que tenga por objeto adaptar la democracia a su totalitarismo: ¡eso nunca! Siempre debemos ser enérgicos contra ese tipo de gente, sean españoles o extranjeros. Tan culpables son por ejemplo las oleadas de invasores musulmanes, como los socialistas españoles que los forran a subvenciones, como las ONGs (subvencionadas todas ellas) que les dan todo tipo de asistencia que en modo alguno merecen. Y debemos ir contra los invasores musulmanes, no por el hecho de ser extranjeros, sino por el hecho de ser totalitarios y liberticidas. En cambio sí procede facilitar todo lo posible la inmigración sudamericana, potenciando a tope la idea de hispanidad, debemos rechazar la xenofobia: una cosa es que un inmigrante pretenda prohibirnos el chorizo y la sobrasada, en cuyo caso está plenamente justificado que nos defendamos de él por ser un tarado y otra muy distinta que una persona, por el sólo hecho de ser español deba tener más derechos que un extranjero o viceversa. ¡No es lo mismo! Y es justo delimitar de quiénes nos defendemos y por qué.
Patriotismo sí, defensa de la nación, sí, defensa de la hispanidad contra los hispanófobos, sí, defensa de las libertades sí, defensa de la separación de poderes también, xenofobia y conspiranoia, no, patrioterismo tampoco: hay que adaptarse a los nuevos tiempos. No se trata de ir a remolque de las corrientes actuales, sino de revisar errores, tomando todo cuanto sea aprovechable.