Te aclaro que sin dudar ni por un momento, ni de la igualdad en la dignidad de las personas, ni de las más elementales libertades, sí digo que así como hay problemas que se le escapan al PODER, que aquello que los poderosos deciden que es un problema, será un problema, porque para ello son el PODER.
Acepto como no puede ser de otra manera, tus disculpas.
Lo que rechazo es que se quiera negar a los jueces el papel que naturalmente tienen en un Estado Liberal, lo que rechazo es que la solución no pase por un giro político hacia el liberalismo, al menos en lo referente a las reglas del juego, la separación de poderes, etc. Si hay que juzgar, júzguese a todos, sin distinción de ideologías. Y si hay que oolvidar, olvidemos todo. Pero ni los beatos, ni los patrioteros violentos han de ser los que juzguen a esta especie de nuevo Frente Popular, ni viceversa. Deben ser jueces según el modelo político liberal, los que den y quiten razones, pues de lo contrario la democracia será sustituida por un clima de caos, violencia, desorden y ruina. Por eso insisto en lo importante que es reformar las Instituciones en el buen sentido. De esta manera, el prestigio de las Instituciones que hoy no tienen por las razones que he expuesto reiteradas veces, servirían para templar los ánimos en situaciones adversas, a menos que haya poderosos que socaven ese prestigio con su demagogia.
A diferencia de otros, no creo que los problemas materiales, siendo graves sean los más importantes, ni siquiera los más influyentes. Creo por el contrario que son los problemas que algunos llamamos espirituales, y otros llaman psicológicos, los que mueven a las gentes. Entonces si yo veo que un político es un peligroso demagogo, la demagogia de ese político me hace daño, no al dinero, no al cuerpo, sino a la moral. Luego para mí, eso es un problema real, no material, pero sí, real. Tan real como puede ser que no funcione el ascensor de mi casa.
Pero porque soy consciente del peligro que representa la demagogia, sé lo muy importante que es la sociedad de la información, así como personas que tengan una cierta categoría, un cierto prestigio, que se distingan por su prudencia. Gente como Besteiro, Spinoza, etc. Gente digamos que sin rehuír o negar el problema como hace el PP, lo afronte desde una posición de una cierta distancia, un cierto equilibrio, una cierta frialdad, etc. Y todo ello, con la prudencia requerida.