Vamos a ver si conseguimos retomar el "caso Fungairiño". En mi opinión (manteniendo una línea consecuente con lo dicho en otras ocasiones) un funcionario público debe abstenerse de emitir sus opiniones políticas en público EN EL EJERCICIO de su cargo, máxime cuando ese funcionario actúa normalmente en un ámbito garante de la legalidad o defensor de la misma -léase militares y/o componentes de la Administración de Justicia-. No obstante, no creo que un funcionario de la Administración de Justicia cometa ningún error cuando opina EN EL EJERCICIO de su función SOBRE LOS TEMAS QUE SON DE SU INCUMBENCIA, como la conveniencia JURIDICA de juzgar en España a alguien por lo que hizo en el extranjero. Además, lo que importa es que ese señor sepa y quiera aplicar las leyes españolas, y nadie ha puesto reparos a eso precisamente, sino que parece ser que Fungairiño molesta por su "manía" en aplicarlas. Por si fuera poco en el "caso Fungairiño" me gustaría hacer hincapié en un pequeño detalle:
Parece comprobado que el jefe (Conde Pumpido) llamó al subordinado y le expuso la necesidad de que no siguiera en ese puesto, porque "hasta ahí habíamos llegado". Bien... pues mira, perfecto. Hasta ahí bien, porque nos guste o no, así son las cosas. Pero veamos, parece ser que se llega a una solución de compromiso: tu te vas, te colocamos en otro puesto aceptable y a cambio dices que los motivos de tu renuncia son extrictamente personales. Bien... sigamos: el subordinado cumple su palabra, y cada vez que le preguntan en público manifiesta lo acordado: presentó su renuncia por motivos personales. Nadie se lo creyó, y tanto le molestaron a su jefe esos comentarios de OTROS que no eran su anterior subordinado que... -vaya por Dios- él no cumplió su parte del trato, y quiso dejar bien claro que él mea más largo y que por eso el otro se tuvo que ir. Para mí que ahí hay dos tipos de personas: uno que cumple su palabra y otro que sigue la línea marcada por el famoso "Pollo del Pinar". ¿No recordais a aquel otro Fiscal General proveniente -como la actual Vicepresidenta- del turno de "juristas eminentes"?
Es lo que tiene la libre designación, que no depende de la valía profesional para la obtención del puesto, sino única y exclusivamente de la buena voluntad de tus amos.
No hace mucho que tu, incredulo, mencionabas el término "hombría" en otro post. Pues bien, aquí se ha demostrado que una persona casi impedida, en silla de ruedas y con graves carencias es mucho más hombre que otra persona. Eso sí, esta última "jurista ilustre". Al menos la primera es capaz de cumplir su palabra y -mira por donde- cumplir también con su obligación de respeto a sus superiores jerárquicos, aunque éstos no sean capaz de cumplir con la suya propia de trato correcto a lo subordinados. Cosas de la política y de la libre designación, me temo.