Lo de deslegitimado, (va por Palangana) es completamente inexacto y además carece de sentido:
El juicio sobre la legitimidad de Franco no nos corresponde a nosotros, sino a los que estaban cuando Franco llegó al poder.
Y entonces hay que hablar de cómo llegó al poder, de lo que estaba antes, etc. Y los que estaban ahí, entonces, aceptaron la nueva situación. Era una inmensa mayoría la que lo apoyaba, las multitudes lo aclamaban y los que se opusieron, lo hicieron ya tardíamente y en los últimos años de su mandato y de su vida. Luego Franco murió, y el juicio ya no es sobre su legitimidad, puesto que no está él para defender su legado. Es agua pasada.
Ahora el juicio debe ser sosegado, sobre aquellos elementos que resulten aprovechables, pues el debate sobre su legitimidad es completamente estéril.
No me muevo un ápice de mi posición y digo que es aprovechable su concepto unitario de España, típicamente a la francesa, su austeridad, o el tamaño reducido del sector público. Que fuera un dictador, no nos debe nublar la mente, ni despreciar estas otras cualidades: son dos cosas distintas, como ya he intentado explicar. Para que lo entiendas:
1. Que fuera un dictador, no significa que una legislación para toda España no sea mejor que 17: lo es.
2. Que fuera un dictador, no significa que no sea preferible un sector público pequeño, que un sector público enorme: es preferible.
Propongo que se estudien estas dos ventajas comparativas, pero sobre todo que todo elogio hacia su figura sea estudiado con independencia de ciertos apriorismos viscerales. Lo contrario es consagrar una “tabucracia”.