Lo que yo tengo entendido, pues carezco de experiencia directa, es que el examinador, ante casos de duda (uno que se queda a medio punto del aprobado, por ejemplo) pide informes al profesor tutor sobre ese alumno y si son positivos, le da un empujoncito. Pero vamos, lo de los dos puntos me parece excesivo, pues, como bien se dice más arriba, no todo el mundo puede acudir a las tutorías y resultaría discriminatorio.
En cuanto a su utilidad, todo depende de dos cosas: la calidad del profesorado (muy variable en la UNED) y el interés del alumno, pues como no vayas a clase con los temas leídos, por lo menos, te enteras de poco, dada la velocidad que se desarrolla. El curso pasado en Derecho del Trabajo, el profesor (una máquina) se pulió el temario completo y aún le sobraron un par de clases para repaso de dudas. Aquí sí merecían la pena las clases. En otros casos yo he visto salir a la gente del aula desesperada ante la lentitud, falta de conocimientos y dotes pedagógicas del profesor. Otros muchos no lo hicimos, por educación, pero no volvimos a la tutoría.